La Primavera Valenciana

Valencia está viviendo su propia Primavera Árabe en pleno mes de febrero. La Policía Nacional ha decidido declarar la guerra a estudiantes y profesores valencianos. Esta misma tarde se han vivido situaciones muy dramáticas en el centro de la ciudad. Lo que comenzó con una protesta pacífica de los alumnos del Instituto Luis Vives ha terminado en una batalla campal donde los detenidos ya se cuentan por decenas y también los heridos. Algunos de ellos, menores de edad.

La Policía Nacional persigue, identifica, retiene y hasta agrede a los manifestantes valencianos. Insisto, algunos de ellos menores de edad. Pero también a los viandantes que osan moverse por las mismas calles que ellos. Hasta los periodistas están acobardados y sin poder realizar bien su trabajo. Por eso, las imágenes que os ofrezco (todas ellas realizadas por Agencias de Información) en este artículo son mucho más valiosas de lo que pueden parecer a simple vista. Y hablan solas. Igual que los vídeos que publico al final de la entrada.

En una protesta pacífica y silenciosa, lo único que se espera de la Policía es que controle que no se desborde la historia. Que no sucedan imprevistos. Pero en Valencia parece que tenemos un concepto diferente de para qué se ha de utilizar a la Policía. Como auténticos sicarios, estos agentes de la Nacional están amenazando e intimidando a los estudiantes que han decidido luchar pacíficamente por sus derechos. Cuando los antidisturbios son los que disturban, poco queda ya que hacer. Hemos visto como la Policía Nacional golpeaba con sus porras a chicos y chicas que sólo andaban por la calle. Hemos podido fotografiar a miembros de la seguridad nacional que provocaban auténticas heridas y moratones a unos chavales de dieciséis y diecisiete años.

No nos engañemos. Ése no es el trabajo de la Policía Nacional. Su deber es proteger a los ciudadanos. Su deber es apaciguar en los conflictos. Su deber es salvaguardar el orden público. Pero se están excediendo de sus limitaciones, y están practicando una caza de estudiantes indiscriminada que sólo está llevando al caos a la ciudad. A la Comunitat Valenciana. Al país. Imágenes como las de la detención de varios menores dentro de El Corte Inglés me parecen aterradoras. Y eso es lo que se pretende, que nos aterremos.

Que nos aterremos por defender nuestros derechos. Por pretender avanzar y no retroceder. Por protestar, civilizadamente, contra unos derechos que la Constitución nos ofrece desde 1978. Y no lo pueden conseguir. La delegada de Gobierno en la Comunitat Valenciana, Paula Sánchez de León ha ofrecido una rueda de prensa en la que ha otorgado su “respaldo” a la actuación policial, de la que desconoce que haya tenido “extralimitaciones”. Yo mismo le puedo ofrecer un par: hay un fotógrafo agredido de La Vanguardia, también turistas que paseaban por la Plaza del Ayuntamiento y unos cuantos menores sangrando en plena vía pública.

La indignación es máxima. Tuenti sirve de plataforma para la comunicación entre estudiantes y la convocatoria a más protestas. Twitter está sirviendo para dar a conocer más detalles escabrosos de lo sucedido y para no dejar que caiga en el olvido, ya que algunos medios de comunicación jamás informarán de lo sucedido esta tarde. De momento, al Instituto Luis Vives le acompaña desde esta noche el Instituto El Clot, también de Valencia. Sus alumnos –y algunos profesores- van a encerrarse esta noche como protesta. Van a encerrarse en un instituto. No van a quemar contenedores. Ni van a destrozar farolas. Porque así es como protestan estos estudiantes. Encerrándose en el edificio donde aprenden. Y yo los apoyo. Completamente. A todos y cada uno de ellos. Porque, entre otras cosas, he vivido dos años en ese instituto que ahora se adhiere a la protesta pacífica. Y porque aún creo en la democracia. Y en las manifestaciones. Y en esta ciudad. Y en este país. Aunque cada día tenga más razones de peso para mandarlos a todos a la mierda. Por cierto... ¿Cómo empezó el 15-M?

¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!

Roberto S. Caudet