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miércoles, 25 de enero de 2012

El Congo de Etxebarría

 Pensaba yo que con las fotos de Lucía Etxebarría desnuda ya lo había visto todo. La escritora saltó a la palestra nuevamente hace unos días. ¿El motivo? Decidió colgar unas fotos de sí misma desnuda y frente a un espejo. Como cualquier niñata de Tuenti que se precie. Aunque ella, que tiene mucha más clase, prefirió arreglar el asunto alegando un “homenaje” a Scarlett Johansson. En ABC, afirma que ella “acostumbra” a fotografiarse desnuda. En pocas palabras, le faltó decir un: “y los periodistas son tan inútiles que no han conseguido pillarme aún”. Como si quisiéramos hacerlo...

La conocida autora de libros como… Eh… Vale, no tengo ni idea de por qué es conocida; más allá de por llevarse un Premio Planeta gracias a… Esto… Al menos, digo yo, que será vasca, ¿no? Con ese apellido… No, creo que tampoco. ¿Pero quién es Lucía Etxebarría? En fin. Otra guarruza más que se fotografía desnuda y sube su foto a Facebook. Que ni siquiera es gracioso, ya que Facebook está demodé por culpa de Twitter.

Como decía, pensaba que con sus fotos posando desnuda ya lo había visto todo. Pero entonces llegó él. El portero de Aquí no hay quien viva. Fernando Tejero. Sin pelos en la lengua, como bien titulan en Vertele.com, ofreció una entrevista a modo de concursante despechada de Gran Hermano, en la que aseguraba estar molesto por no haber recibido ninguna nominación a los Goya. “Es que era favorito para todas las quinielas”, aseguraba. El actor añadía que “No es que me moleste, pero piensas, si este premio lo hubiera dado el público, otro gallo cantaría”. Y con algo de ironía –vamos, digo yo-, sentenciaba: “Pero bueno, yo tengo el premio más bonito del mundo que es no parar de trabajar”. Qué chico tan divertido. Si no fuera porque de diez preguntas, en trece se mete con la Academia de los Goya (tan transparente y democrática ella, pobrecita) y se indigna con su no nominación, me había caído hasta majo. ¿Pero este señor quién se ha creído que es? En todos sus papeles termina siendo el portero de Aquí no hay quien viva. Es como un Carmen Machi cualquiera. Peor, es como un Lydia Bosch cualquiera.

Pero no, tampoco es él el centro del Odio hoy. El señor que ocupa hoy el gran Odio es mucho más noble que estos. Por el cargo que ocupa, no por su calidad humana. Estoy hablando, naturalmente, del representante del Congo en España. Para el que no haya visto el video, le aconsejo que se entretenga a partir del segundo 30 en este precioso clip de Antena 3.



Bien, ¿no notáis nada surrealista? Exacto. Yo tampoco entiendo por qué doña Sofía va disfrazada de árbol de Navidad. Pero no, no es eso. Hay algo más. ¿Habéis visto el desplante del representante del Congo a doña Letizia? El del negrito que no le da la mano… ¡ÉEESE! ¿A que es divertido? Podía parecer una mera anécdota, pero a mí se me antoja un gesto machista y del todo despreciable. ¿Pero quién se ha creído ese señor que es? El hábito no hace al monje, y en este caso, por mucho cargo y chaqué que uno vista, de educación ese señor tiene la misma que Belén Esteban. Personalmente, me avergüenza. Y me horroriza más ver que ayer pocos medios se hicieran eco de la noticia.

Es altamente probable que muchos pensaran que fue un caso anecdótico. Pese a que, claramente, él le retira la mano segundos después de habérsela extendido sin saber que era, ¿una mujer? Y la cara de Letizia Ortiz es otro poema. La princesa no puede evitar fliparse en United Colors of Benetton con el gesto machista del representante del Congo. Quizá él la ha confundido con la Infanta Cristina. Pero no le da ningún derecho. Quizá la confundió con Rania de Jordania, pero tampoco tiene explicación. Quizá al verla se acordó de Lucía Extebarría. Eso sí hubiera sido el Congo, digo, el colmo. Quizá el representante del Congo es amigo de Jaime Peñafiel, pero aún así me parece muy fuerte. Ese hombre es un cerdo. Me encantaría ver si a la Reina también le hace el mismo gesto o no, pero en el video no se aprecia. Una lástima.

Algunos me dirán que hay otra pareja de señores, anteriormente al del Congo, que tampoco dan la mano a Letizia. Y es cierto. Pero en ese caso, ambos señores hacen una leve reverencia. Sólo la cabeza. Como si Letizia fuera el Rey. Pero la hacen. Es un gesto igualmente cordial, igualmente protocolario. Una lástima que nuestro Rey estuviera tan lejos. Me hubiera encantado escucharle un: “¿Por qué no se la estrechas?” Sí, hay que ser estrecho. Y machista. Y un completo imbécil. Sólo a la altura de Fernando Tejero y sus Goya. Y de Etxebarría y sus desnudeces.

Hoy, otro cóctel de Odio de esos que tanto me gustan. A veces, el mundo me lo pone muy fácil. Bueno, la gente. El Mundo siempre me pone fácil que lo odie. Nos vemos el viernes. Es momento de GH 12+1. Hasta entonces,

¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!

Roberto S. Caudet

martes, 14 de septiembre de 2010

Letizia Ortiz se tragaba las películas enteras de Jennifer López



Mañana, quince de septiembre, doña Letizia Ortiz cumple años. No diré cuántos, ni tampoco hace falta. No voy a ocuparme de su edad, ni de su físico, ni tampoco de su vida pasada. Porque realmente no me importan prácticamente nada. Hoy lo que me preocupa es la manía -¿el Odio?- que le tienen algunos y que, seguramente, ni en el día de su aniversario la dejarán tranquila y feliz. Claro que una Princesa de España tiene pocos momentos para estar tranquila y feliz. Estoy seguro de ello. Aviso a navegantes, el artículo es bastante monárquico. A este Odiador le gusta tener Rey.

Doña Letizia Ortiz Rocasolano puede ser muchas cosas, pero desde luego no es una mujer discreta, ni tampoco una señora excesivamente correcta. Y a mí eso me gusta. Me divierte que pese a los cursos intensivos por los que habrá pasado para refinarse y fingir que tiene sangre azul, a ella se le sigan escapando pequeños actos de “persona de la calle” que la delatan. No, los “despistes” que tiene son de persona. Sin más. Porque los miembros de la realeza –todos- son personas. Froilán el que más, de eso no cabe duda. Pero en Letizia resaltan infinitamente más todos estos detalles. Y eso me molesta especialmente.

Me da mucha rabia cuando se le acusa de romper el protocolo si responde a una pregunta dirigida desde un programa del corazón, pero todo el mundo encuentra perfecto que visite las instalaciones de Punto Radio, por ejemplo. Todavía me parece peor cuando alguien osa decir que es una mujer a la que le gusta provocar y enseñar, y por eso suele embutirse (el término es mío, imagino que sobre ella dirían “entallarse”) en vestidos ceñidos. Prefiero que la Princesa lleve un Pertegaz de dos tallas menos a que vaya a una boda disfrazada de torero. Además, sólo faltaría que intentase imitar –si es que ella decide realmente lo que se pone- el estilo de la Reina Sofía. Acabáramos.

Encuentro igualmente despreciable todos los que la acusan o la intentan degradar por haber estado afiliada al partido socialista. O por estar divorciada. O por ser hija de un matrimonio divorciado. O por ser republicana. Bueno, esto último lo entiendo muchísimo más. Muajajá. ¿Qué problema hay en que Letizia Ortiz haya sido alguna, o todas, esas cosas? La gente olvida demasiado rápido que el Rey Juan Carlos fue impuesto por Franco, allá en el año 1969. Y la gente tampoco entiende que ella no nació Azul. Ella nació en una familia ajena a la sangre real y, por tanto, pudo hacer lo que le viniera en gana.

Es más, me alegro profundamente de que por fin en España se haya roto la tradición de que un monarca ha de casarse con otro monarca. ¿Son peores las casa de Inglaterra, Noruega o Dinamarca? ¿Y la de Suecia? Encuentro realmente absurdo que alguien deba abdicar por casarse con quien quiera. ¡Que os digan a vosotros que os caséis con el hijo del jefe de vuestro padre! Vemos terribles los matrimonios concertados de la población gitana, pero queremos que don Felipe de Borbón se case con quien quiera Peñafiel. Oh. Es que ahora viene lo gordo.

¿Qué mierda –perdón- le pasa a ese hombre en la cabeza? El periodista suelta continuas barbaridades por su boca –o por su pluma, cuando escribe en El Mundo- pero parece gozar de ciertos privilegios con respecto al resto de la población mundial. Él también ha olvidado que durante más de treinta años de su vida vivió y comió (y no poco, a la vista está) gracias al Rey de España y a todos los que iban con él. He visto la casa en la que vive Jaime Peñafiel y os aseguro que su escritorio, que en realidad es una mesa-horno antigua, no se paga con el sueldo de un periodista de redacción de un periódico. Ni tampoco las ruedas de carros alejandrinos que tiene al lado de su piscina. Una piscina que tiene todos sus azulejos pintados a mano. ¿Acaso Peñafiel hubiera preferido que fuese su hija la que se casara con el Príncipe de Asturias? ¿Acaso él mismo preferiría haber sido el Rey de España? Pues se quedará con el sueño. Como el de Julio Tormo de ser Fallera Mayor. Esto último es un guiño para los valencianos.

Al señor Peñafiel se le concedieron todo tipo de lujos y se le ofrecieron todo tipo de intimidades, a cambio de un sueldo absolutamente importante y de una representación, que incluía un silencio. Y ahora, que ya no cobra de la Casa Real, se dedica a ponerla a caldo. Se pasea por Sálvames contando intimidades de la Reina Sofía que la gente desconoce (ni tampoco tiene por qué saber) y se encarga de sacar de quicio cualquier movimiento o gesto que haga doña Letizia. ¿Lo último? Tergiversar sus palabras para ponerla en contra de los mallorquines, y por extensión, de España entera.

Preguntada Letizia sobre sus vacaciones en la isla balear, ésta respondió: “¿Y tú te crees que esto son vacaciones?”. Jaime Peñafiel –que, por cierto, tiene toda una bibliografía propia de libros sobre príncipes y reyes- ha decidido, que con esas palabras, Letizia ha querido decir que Mallorca es un lugar nefasto para pasar las vacaciones y que, por tanto, ha menospreciado a todos los habitantes. ¿Perdón? Estuviera en el lugar que estuviese, doña Letizia, don Felipe y sus hijas han estado acompañados por dos docenas de escoltas y otro centenar de periodistas que los han fotografiado al salir del Hotel, al subir al barco… Me contaron que hasta le preguntaron cómo cambia el rollo del baño. Eso, discúlpeme señor Peñafiel, no son vacaciones. Efectivamente, no lo son.

Y está claro que ella “sabía” que pasaría por momentos así. Pero, ¿y? Me pregunto si Doña Sofía no pensara exactamente igual, o si ella, que está acostumbrada a que en las portadas se enseñen hasta sus primeros dientes, lo verá ya como algo habitual. Igualmente desastroso. Las vacaciones en Mallorca, en Sicilia o en Alcorcón, son un auténtico paripé para que veamos que la Familia Real también hace algo más que viajar y conocer países. Para que parezcan ciudadanos normales. Y resulta que Letizia Ortiz era de ese grupo hasta hace tan sólo unos años.

¿Qué os creéis, que yo no estoy cansado de salir al balcón y que la gente me grite lo guapo que soy? ¿Qué es fácil escribir Odios y luego que me persigan con carpetas forradas con mis artículos para que los firme? ¿En serio pensáis que no es sufrido tener que coger un taxi cada vez que me quiero mover porque en el autobús la gente se pelea por sentarse en el asiento de al lado mío? Yo entiendo perfectamente a Letizia Ortiz. De lo único que es culpable es de haberse tragado las películas enteras de Jennifer López. Tanto Planes de boda y tanto Sucedió en Manhattan tenía que dar sus frutos... A ver si ahora os voy a tener que contar que al acabar Aladdín, el pobre indio se pasó cuatro años perfeccionando su acento indio del Norte, y aprendiendo a distinguir los cubiertos de la cena.

Hoy, y siempre, Odio a todos los que cargan contra doña Letizia sólo por no ser perfecta en absolutamente todo. Por no ser Carmen Lomana. Por no ser… ¿qué es lo que queréis que sea, realmente, esta mujer? Hoy, de nuevo, el Odio es vuestro. Hoy sois vosotros los culpables, con vuestro terrible Odio los que habéis hecho que yo escriba. Vuestro Odio y el mío hacia Jaime Peñafiel, y a todos los “cortesanos” como él, que cambian de chaqueta cuando ya no reciben cheques. Lamentable. Que luego me van de dignos…

Roberto S. Caudet