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domingo, 11 de marzo de 2012

Me faltan palabras

Igual es la entrada más corta que he escrito nunca. Me sobran las palabras. O quizá me faltan, no lo sé muy bien...

"Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado;
un día especial, este once de marzo.
Me tomas la mano, llegamos a un túnel
que apaga la luz

Te encuento la cara gracias a mis manos.
Me vuelvo valiente, y te beso en los labios.
Dices que me quieres, y yo te regalo
el último soplo de mi corazón".

("Jueves", La Oreja de Van Gogh)


No nos confundamos. Todos perdimos el 11 de marzo de 2004. Perdió la democracia. Y perdió el sentido común. Perdió el diálogo. Y se perdió la razón.

Hoy no os lo deseo, porque no es un feliz Día del Odio para nadie.

Hoy es, como todos los 11 de marzo, mi pequeño y humilde homenaje a todas y cada una de las víctimas de los atentados terroristas de Al-Qaeda (porque aquí soy libre de poder decirlo) en Atocha. Un homenaje también a sus familiares y amigos. Y a todos los que nos sentimos más pequeños y estúpidos ese día. Más frágiles. Más débiles.





Roberto S. Caudet

domingo, 11 de septiembre de 2011

La Cara B


 Todavía visiblemente emocionado, me despierto a las nueve y media de la mañana para volver a ver aquellas imágenes en mi cabeza. No me hacen falta especiales en televisión. Ni tampoco reportajes gráficos en el periódico del domingo. Mi cabeza me las muestra, de manera fugaz pero penetrante, cada once de septiembre cuando me despierto. Hace justo un año escribí el que para mí ha sido el texto más humano, directo, sencillo y personal en todo el blog: El primer día del resto de su vida. En aquel artículo os conté uno de los días más impactantes de mi vida. Os conté la historia oficial sobre el atentado contra las Torres Gemelas. La historia que vieron mis ojos. La que escucharon mis orejas. Y recibí visitas. Miles. Y recibí mensajes. Varias docenas. Hoy toca quitarse ese sentimentalismo –al menos durante treinta y cuatro minutos- y contar la Cara B.



El video que os he publicado es la segunda de las tres partes en las que se divide el documental titulado Zeitgeist, que tanto éxito tiene a nivel mundial (124 millones de visitas sólo con el video principal subido en Google). En esta segunda parte titulada “Todo el mundo es un escenario”, de treinta y cuatro minutos, se nos intenta explicar, de manera detallada, rigurosa y veraz lo que ocurrió realmente aquel once de septiembre de 2001. Aquella tarde que, tras un doble atentado terrorista, cambió al mundo. En este documental, sin embargo, los terroristas son otros. Somos otros, me atrevería a decir. Porque yo formo parte de esa gran masa atontada, ciega, sorda y hasta muda –que diría Shakira- que sigue versionando lo que Bush nos hizo creer a todos. Estúpidos. Somos una panda de alelados que nos hemos dejado llevar por el sistema capitalista yanqui y nos hemos olvidado de la verdad. Esperad un momento. Estoy conteniéndome la risa.

El documental “Zeitgeist” (en castellano sería algo así como “El espíritu del tiempo”) es realmente impactante. Muy educativo. Muy de proyecto que realiza un estudiante universitario –incluso de bachiller- pretendiendo que su profesor se quede con la cara de bobo y le ponga una matrícula de honor mientras castiga al resto de los compañeros por haber sido tan idiotas todo este tiempo. Zeitgeist es un documental que parece inspirado en una nueva novela de Dan Brown. Sólo faltan por allí los templarios. Y quizá, Esperanza Aguirre. Pero, cuidado, que aquí hay gato encerrado.

El director del documental, Peter Joseph,  parte desde un principio equivocado. Y es el de que lo vamos a creer a él porque sí nos cuenta la verdad mientras que todo el mundo nos miente. ¿Por qué tendríamos que creerle a él y a sus múltiples personitas que declaran en el video? ¿Quiénes son? ¿Qué pretenden? ¿Qué pruebas tienen de lo que dicen? La cantidad de imágenes y cortes de voz están editadas y cortadas para que digan y muestren lo que ellos quieren vender, igual que, según ellos mismos, los medios de comunicación han hecho con nosotros. Con todo el globo. Esto es, definitivamente, el día de todo al revés.

Que no se hayan publicado imágenes sobre esto o aquello no implica que no las haya. Que se haya mentido sobre las armas de destrucción masiva no implica que el resto de información ofrecida sea mentira. Y, por supuesto, tal y como dice Joseph, si no explotaron los aviones en el Pentágono y en aquel bosque… ¿dónde están? Imagino que en la isla de Perdidos. O quizá peor. En el próximo capítulo de El Barco chocarán con uno de estos aviones. Y, naturalmente, para celebrarlo, todos se quitarán la ropa.

Es absolutamente terrible cómo la gente cree a pies juntillas lo que dicen los que van de rebeldes, lo que dicen los que dan la contra. Porque cuando ofreces una supuesta Cara B, tienes un as ganador guardado en la manga. Es así de sencillo. Cuando a la gente le cuesta creer algo, sea por duro, por inverosímil o por el motivo equis, es fácil hacerles creer que todo es mentira. Qué fácil es hacer dudar a la gente sobre una historia que han visto. Y meterles miedo. ¿Dónde está vuestro ojo crítico cuando habéis visto ese documental? Porque se deja por responder todas las cuestiones importantes, y simplemente se basan en que todo el 11-S y el 7-J ha sido un pretexto. ¿También el 11-M? ¿Aznar pactó con Bush una serie de bombas en Atocha?

Zeitgeist me ofrece la misma credibilidad que cualquier loco que nos cuenta una historia sobre el fin del mundo. Que los típicos señores que nos dicen que en su casa han aparecido las caras de Dios, la Virgen y La Macarena de Los del Río... Porque al fin y al cabo, todos son iguales. Peter Joseph nos da su versión de lo ocurrido como la única verdad posible. Si nos dice que había columnas de acero derretidas, tenemos que creérnoslo. Aunque sólo veamos unas imágenes que pueden estar manipuladas. Que pueden ni ser del World Trade Center. Nos dice que todo es una estafa. Pero a él, naturalmente, lo tenemos que creer. Suena divertido.

No os creáis a los medios”. “No creáis a Bush ni a su Gobierno”. Creedme a mí. Si estas mismas palabras las pronunciase el Papa, todos pensaríamos que está adoctrinando. Pero lo hace un tal Peter Joseph y nos creemos sus teorías conspiratorias. Que si al señor Assange de Wikileaks intentaron llevarlo a prisión… ¿por qué este tipejo sigue vivito y coleando? ¿Por qué la Administración Norteamericana no ha ido contra él? Claro, porque, como muchos me podréis decir, “nadie va a creerse realmente su historia”. Y quizá de inverosímil, surrealista y catastrófica es cierta. Pero quizá no.

Decidme: Si los Reyes son los padres, el Ratoncito Pérez también lo es, Dios es un invento para dar miedo y sacar dinero… ¿Por qué los atentados del 11-S no son también una gran inocentada? ¿De qué esta hecha, realmente, la Coca Cola? ¿Cómo se construyeron las pirámides de Egipto? ¿Qué hay en el fondo del mar? ¿Por qué el Sol se esconde por las noches? ¿Se va de fiesta con Pocholo?

Muchas noches hemos rezado,
Sin la prueba de que alguien nos pudiera escuchar.
En nuestros corazones, la esperanza por una canción
Que apenas entendíamos.
Ahora no tenemos miedo,
A pesar de que sabemos que hay mucho por temer.
Hemos estado moviendo montañas
Mucho antes que supiéramos que podíamos.
Puede haber milagros
Cuando tengas fe.
Aunque la esperanza sea débil,
Es difícil de matar”.

( "When you belive", BSO. El Príncipe de Egipto ).

¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!

Roberto S. Caudet 

lunes, 2 de mayo de 2011

Déjame intentarlo


Todos los 2 de mayo son un día muy extraño para mí. Y este año no va a ser menos. Generalmente, en mi agenda no hay nada más escrito que “Día de la Comunidad de Madrid”, y porque va de serie. Pero yo sé que este día no es un día más. Para empezar, sé que para mi madre no es el mejor día del año. Cuando yo era pequeño, tampoco lo era para mí. Tenía que volver a clase después de un montón de días de Pascua o, al menos, del último puente antes de que acabase el curso. Luego me enteré de que era la fecha del cumpleaños del hombre más perfecto que existe en la Tierra, David Beckham. Más tarde también conocí que era el cumpleaños de una gran amiga, mi querida Patri. Y que también lo era de su novio.

Pues hoy, además de todo eso, me he enterado de que Estados Unidos ha asesinado a Bin Laden, o eso dicen los yanquis. Qué fuerte todo. Pues yo, sintiéndolo mucho por todo lo citado anteriormente, voy a seguir con mi línea eurovisiva, y así os hago una burbuja para poder desconectar de un día tan completo y estresante. Al menos para mí. ¿Os parece?

Canción: Let me try (Déjame intentarlo)
Cantan: Luminita Anghel & Sistem (banda con una única voz, Luminita)
País: Rumanía
Año: 2005
Posición: 3º



Estrenamos año en Eurovisión. Aunque ya sabéis que la primera posición es el “My number one” griego, también de 2005, lo cierto es que, de no habéroslo nombrado, esta sería la primera ocasión en la que nombraba el certamen de Eurovisión celebrado en Kiev, Ucrania. El mejor año en cuanto a resultados globales, si os digo la verdad. Amé el primer puesto, amé el segundo puesto, y amé el tercer puesto, que es el tema del que hoy os voy a hablar y que ocupa nuestro décimo puesto en la lista de las 33 Mejores Canciones de Eurovisión.

Ya sabéis que a los rumanos les suele gustar que sus cantantes se desgalliten, y en esta ocasión no va a fallar la tendencia. Si la canción ya es, de por sí, absolutamente fuerte, encima viene aliñada con el torrente de voz de Luminita, una cantante de 42 años (36 cuando fue a Eurovisión) que ha llegado a participar en la película “Capitán Conan” y que ha ganado varios concursos de música internacional, inclusive el certamen “Mejor voz de Asia” en 2003 (premio a la Mejor Voz Internacional) y el “Discovery” de Bulgaria. Voz no le falta, os habréis dado cuenta. Ni tampoco garra. La voz de Luminita es especialmente rasgada y potente, lo que convertía este tema en una auténtica joya para ganar Eurovisión 2005.

Cada vez que te encuentro en mis sueños, tu intentas salir corriendo. Y cuando intento preguntarte por qué no podemos intentarlo una vez más, ya ni siquiera te veo. Porque no estás allí. Mirando hacia atrás, me he dado cuenta de que nosotros aprendemos de los errores. Puedo verlo en tus ojos. Puedo notar las heridas en los latidos de tu corazón. Déjame intentarlo. Déjame intentarlo. No quiero decirte adiós. Pienso encontrar el modo de que te quedes conmigo. Sólo déjame intentarlo”.

La letra del “Let me try” es realmente bonita, aunque muy simple. Dos estrofas cortas y cientos de estribillos con los mismos versos. Está claro que Luminita tiene un bajón considerable porque su novio-marido-novia-mujer la ha dejado y ha decidido armarse de valor y declarar la guerra. Para ello, se ha ido a la obra de debajo de su casa (probablemente del Plan-E en versión Rumanía, el Plan-R) y, vestida con una lata de tomate Orlando a modo de corsé, se ha propuesto destrozar todos los bidones de aceite. Ahí, a lo loco. Y el caso es que los obreros están encantados. No sé si por el hecho de romper cosas o por las tetas en la garganta que se ha metido Luminita. Pero se los ve muy felices. Tanto que, a falta de bengalas, utilizan sus radiales para dar luz a la escena.

Realmente, la puesta en escena era choni total, pero animaba muchísimo el cotarro. Seis años después, un tema como ese y una puesta como aquella, seguirían dando mucho juego. Por eso sigue tan alta en nuestro ranking. Y por eso es, para mí, la mejor representación que ha tenido Rumanía en toda su historia de Eurovisión. Y por eso quedaron terceros, vaya. Un auténtico temazo que me encanta cantar a todas horas. Porque además, libera tensiones, provoca energía, y es muy pegadiza. Lo tiene todo.

Como todo tiene también la actuación que mañana recordaremos y que ocupa nada menos que la novena posición de las 33 Mejores Canciones de la historia de Eurovisión. Si ayer la clave era el “intentadlo”, hoy sólo os daré una pista. Pero seguro que lo adivináis enseguida. Mañana recordaremos a la mejor cantante que ha pisado nunca un escenario de Eurovisión. A la mejor. Sin duda. Se admiten apuestas. Mañana lo descubriremos, si todavía tenéis dudas. Hasta entonces,

¡FELIZ DÍA DEL ODIO MUSICAL A TODOS!

Roberto S. Caudet

jueves, 21 de abril de 2011

A cada paso


Después del desastre del partido jugado ayer en Mestalla para el Barcelona y que dio la victoria a los de Mourinho, hoy toca día de reflexión. Y la canción que nos acompaña hoy también ayuda. Había sido elegida con anterioridad, por supuesto, pero me ha venido que ni al pelo. De hecho, si hubiera ganado el Barça no hubiera pegado nada un tema así para un momento de euforia. Porque la actuación que ocupa el vigésimo quinto (25º) lugar en la tabla de las 33 Mejores Canciones de Eurovisión es todo un baladón. Os dejo la ficha técnica, por supuesto:

Canción: À chaque pas (A cada paso)
Canta: Jonatan Cerrada
País: Francia
Año: 2004
Posición: 15º



Ya sabemos todos que Eurovisión no suele tratar muy bien a las baladas. Y menos aún a las que están interpretadas por hombres. A menos que la puesta en escena sea brutal, la voz del cantante sea del otro mundo y haya un aura especial, una balada de un hombre implica un fracaso seguro. Y más cuando este hombre es francés o canta en el idioma galo. Así pues, Jonatan salió en 2004 a un escenario hostil y ante una audiencia que ya lo iba a mirar no especialmente bien. Naturalmente, ocurrió la desgracia y, como habréis podido ver, en el primer verso del estribillo pierde la afinación más allá de Saturno. Un gallo impresionante dejó la actuación en un caos de no más de dos segundos, ya que las tablas de Jonatan Cerrada sirvieron para que se recompusiera rápidamente.

Y digo tablas porque aunque Jonatan fuese un cantante novel, había estado semanas y semanas cantando en un escenario ante millones de personas que lo veían desde sus televisores, y cantando en directo, además. Porque Jonatan fue el primer ganador del Pop Idol francés, la versión vecina de Operación Triunfo. Su poderosa voz y su carisma lo impulsaron hasta la victoria y, por tanto, le correspondió a él representar a Francia en Eurovisión 2004. Que los franceses no son tontos y se habían dado cuenta de que nuestras Rosa y Beth habían logrado grandes puestos. Jonatan se hizo conocido no sólo en Francia, sino también en Bélgica, su país natal; y en España.

Sí, sí, en nuestro país. Su rostro salió en la serie “Un paso adelante”, donde demostró sus dotes como actor y bailarín, además de cantante. Y también es de él la canción “Ruban noir” (“Lazo negro”), un tema compuesto en protesta contra los atentados del 11-M en la estación de Atocha, en Madrid. Los que tengáis mejor memoria y seáis más asiduos al blog sabréis que Jonatan y su “Lazo negroocuparon la entrada del 11 de marzo de 2010. En el artículo en cuestión no hizo falta odio, porque el odio ya lo habían marcado los terroristas islámicos. En su lugar, decidí publicar la letra de la canción que Jérémy Chatelain –otro compositor francés- escribió para Jonatan y que tan dura es.

Volviendo a Eurovisión, el tema que interpretó Cerrada es una balada demasiado lineal. Incluso los estribillos parecen una estrofa más a la que le han subido un par de notas. Y claro, o te gustan los ritmos melódicos y las buenas voces, o te aburres soberanamente. Los europeos (a diferencia de mí) debieron sentir lo segundo, ya que relegaron a Jonatan a la posición número 15. La letra habla de amor y de batallas, y por eso la actuación se tiñó de blanco nuclear para el cantante, los coristas y la única bailarina que, a modo de gigante, iba dando pasos extraños (porque eran muy raros, francamente) al lado de Jonatan. Dos bolas simulando planetas acabaron de adornar una puesta en escena muy sobria pero quizá algo desfasada para un año en el que la gente pedía movimiento y música de discoteca.

La batalla será larga pero tu sabes que habrá valido la pena. El niño que llevamos dentro encontrará el camino. Aún así quedarán fisuras que quedarán resquebrajadas, golpes algo duros que quedarán marcados para siempre. A cada paso que hagamos, A cada gesto que ofrezcamos, sé que al final lograrás encontrar la paz y la felicidad. En tu camino hallarás todo lo que deseas alcanzar”.

Ahí es nada. Hoy me pasearé por varios de sus CD que tengo en mi poder de mis estancias en Francia. Cómo me gusta. Vosotros, disfrutad también de “A cada paso”. Y mañana daremos otro. Será más movido. Será más sexy. Será más griego. Ahí lo dejo. Se admiten apuestas.

Quiero aprovechar también la entrada para dar mi más sincera enhorabuena a todos los madridistas que no han usado su triunfo para hacer política barata, ni demagogia, ni catalanofobia. Felicitar también a todos los blaugranas que además de saber ganar, hemos sabido perder. Y, por último, mis felicidades a la Reina Sofía, por haber aguantado todo el partido al lado de Leire Pajín. Eso sí es un exitazo. A todos,

¡FELIZ DÍA DEL ODIO MUSICAL!

Roberto S. Caudet

domingo, 12 de septiembre de 2010

El primer día del resto de su vida



Roberto, un niño de doce años, estaba como todas las primeras semanas de septiembre, haciendo las tareas que le habían mandado sus profesoras para el verano. Siempre se resistía a completar los cuadernos de vacaciones durante los meses de julio y agosto y, por suerte, como su hermana Amparo, ocho años mayor que él, no le prestaba mucha atención, nadie sabía cómo se las apañaba para tenerlas todas escritas el primer día de clase. Sus padres trabajaban a jornada completa, así que Roberto aprovechaba para hacer todo lo que no podía durante el curso escolar: se despertaba cuando quería, veía la tele todas las tardes durante horas y, de vez en cuando, encendía la Game Boy Color para entrenar a sus Pokémon. Pero ese martes once de septiembre de 2001 no era un día más. Sería el primer día del resto de su vida.

Eran las tres y diez de la tarde, hora peninsular española, y Roberto ya había encendido Telecinco para que, cuando la periodista catalana Àngels Barceló diera por finalizados los informativos de mediodía, empezara una de sus series favoritas, Al salir de clase. A Roberto no le gustaba realmente la serie, y muchos de los conflictos que planteaba los veía muy de lejos. Ni siquiera pensaba que los actores que salían en pantalla actuaran bien. Pero tenían algo que lo enganchaba durante una hora todas las tardes de lunes a viernes. Una hora en la que el ritmo de trabajo disminuía para atender a la serie. Sin embargo, el televisor no reflejaba la escena cotidiana. Àngels Barceló estaba blanca. No tartamudeaba, pero casi. Sin dejar de mirar fijamente a la pantalla, como queriendo traspasar con sus ojos cualquier muro y comunicar más de lo que sabía, de lo que podía.

La periodista de los informativos Telecinco hablaba sobre un posible accidente ocurrido en Nueva York, una ciudad que terminaba de recoger el desayuno. Un Boeing 767 se había estrellado contra una de las Torres Gemelas que coronaban la ciudad americana. Las imágenes no podían ser más explicitas. Al joven Roberto le parecían dos cigarros, uno de ellos encendido, el otro apagado. Del cigarro encendido salía una humareda tremenda, y parecía muy peligrosa. Mientras se mostraban las imágenes en directo, otro avión chocó tal cual contra la segunda Torre. Ya estaban prendiéndose los dos cigarros. Roberto hasta se asustó. Nunca en su vida había visto algo parecido. Corrió para ver dónde estaba su hermana y le preguntó: ¿qué son las Torres Gemelas? Su hermana, siempre atenta con él, respondió de manera tajante: “búscalo en la enciclopedia”. Dos segundos después, Roberto había encontrado el tomo correspondiente y leía al respecto.

Era la primera vez en su vida que estaba informándose. Que necesitaba saber más. Que quería saber qué estaba ocurriendo. No entendía, no lograba comprender cómo había podido ocurrir algo semejante. Quién o qué estaba detrás de los dos atentados contra el emblema de todo un país. No se atrevió a ir al sofá, él seguía en su silla, con sus deberes de clase enfrente y un bolígrafo en la mano. Quizá se preparaba por si tenía que escribir algo. Quizá él quería ser la propia Àngels Barceló. Quizá estaba petrificado ante una noticia tan impactante. Las imágenes que se seguían no eran más pacíficas. Varias personas saltaban torre abajo, a sabiendas de que iban a morirse igualmente, quemados o chafados por los escombros. Y entonces ocurrió lo peor. Una de las dos torres se vino abajo. Literalmente.

Roberto ya sabía por qué no se movía. Tenía demasiados sentimientos y demasiados pensamientos, a sus doce años, como para poder reaccionar. Y además una lágrima le recorría su mejilla derecha. ¿Cuánta gente habría allí dentro? ¿Cómo habrían vivido los pasajeros del avión sus últimos segundos de vida? ¿Quién se atrevía a hacer algo así y por qué? Ese mismo día Roberto supo que quería ser periodista. Que sería periodista.

Nueve años después, Roberto sigue viendo los especiales que se emiten en televisión, aunque todas las imágenes las recuerda como si las hubiera vivido. Ahora y a sus veintiún años, va a empezar tercero de Grado en Periodismo. No esperaba –ni quiere- tener que afrontar un acontecimiento como el vivido en 2001, pero sabe que fueron esas horas pasadas frente al televisor y casi sin pestañear las que cambiaron su vida. Roberto siente admiración por todos aquellos que, como Àngels Barceló, tuvieron la profesionalidad, la capacidad de mostrarse serenos, tranquilizadores, comunicadores.

Pero hay algo que Roberto sigue sin entender, y es por qué, ahora que ya se saben los culpables de los atentados que causaron la muerte a más de tres mil personas, el presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, ha mostrado su apoyo a que se construya una mezquita en el mismo lugar donde antes lucían las dos Torres Gemelas. Y menos aún comprende cómo puede decir que su país tiene “una deuda con el Islam”. Todavía visiblemente emocionado, Roberto escribe ahora estas líneas, que estarás leyendo con mayor o menos interés. Todavía visiblemente emocionado, Roberto se despierta cada once de septiembre recordando cada segundo que vivió hace nueve años, la ropa que llevaba puesta, lo que escribía en los folios, con quién habló, a quién llamó.

Todavía visiblemente emocionado, Roberto sigue necesitando desahogarse, gritar un segundo, cada once de septiembre, un día que nunca olvidará, igual que ninguna de las familias de las víctimas. Igual que nadie en este mundo. Todavía visiblemente emocionado, Roberto no redacta el artículo para odiar, sino porque forma parte de ese grito anual con el que necesita sacar la angustia que lleva dentro.

Todavía visiblemente emocionado…

Roberto S. Caudet

jueves, 11 de marzo de 2010

Bajo un ideal os escondéis, cobardes


Es la primera ocasión en la que no voy a decir nada más que lo necesario. Hoy no odiaré yo. Hoy no va a hacer falta. El terrorismo se define por sí mismo y el terrorismo ideológico no tiene calibre en esta sociedad. Pero, insisto, las palabras no van a ser mías. Hoy no seré yo el creativo. Ni tampoco el cínico. Ni el sarcástico. Ni el directo. Las palabras de hoy están escritas por J. Chatelain y cantadas por Jonathan Cerrada, un cantautor belga de 24 años, ganador del primer Pop Idol francés y participante de Eurovisión en 2004. Os dejo con él. La canción se titula “Lazo negro(“Ruban noir”).


Madrid se despierta con la noticia:
Varias bombas estallaron en un tren.
Locura de los hombres.
Cuántas vidas rotas, cuántas almas perdidas.
Pero, ¿cómo pudo ocurrir algo tan horrible?

Nos hemos lanzado a creer. Hemos creído más que nunca.
A la fuerza de la necesidad, de la esperanza de devolver una sonrisa.
Nosotros, detrás del océano, a lo lejos, nos imaginábamos
La vida después del 11, del 11 de septiembre.

Un lazo negro.
Nunca hubiera creído deber, esta noche,
Rezar por su suerte.
Un lazo negro cuando el mundo se desordena.
Un lazo negro.
Nunca habría tenido que poder ver tal golpe de mala suerte.
Y cuando Madrid llora todavía.

¿Cómo se puede ser tan cabrón?
¿Con qué derecho se quita la vida?
Hoy, 11M, marcado para siempre.
Bajo un ideal os escondéis, cobardes.

Y nuestras mujeres lloraron.
Nuestros hombres descendieron por las calles
Con las gargantas anudadas.
Como un gusto de deja-vu Europa se ha levantado,
Pero el mundo sólo tembló un poco.
¿Cómo se puedo ser tan criminal?
¿Con qué derecho se quita la vida?
Hoy, 11M, marcado para siempre.

¡Asesinos! ¿Por qué?, ¿por qué?
Bajo un ideal os escondéis, cobardes.
¿Cómo se puede ser tan cabrón?
Qué putada. 11M, nunca más.
¿Cómo se puede ser tan criminal?
Asesinos. ¿Por qué? Dime, ¿por qué?
Bajo un ideal os escondéis.
Cobardes.
11M, nunca más…