lunes, 6 de diciembre de 2010

Aquí mandan Las Divinas


El paquete de tabaco subirá de media 25 céntimos esta misma semana. Los controladores ya han vuelto a la faena pero siguen diciendo que están enfermos y quieren cobrar más de lo que perciben actualmente (600.000 euros al año) y trabajar menos de lo que lo hacen (controlan menos de un avión cada hora, el coeficiente más bajo de Europa). Rajoy sigue ganando distancias con respecto a Zapatero en todas las encuestas. Ha muerto Leslie Nielsen. El Barcelona acabó jugando contra el Osasuna el propio sábado, y ganó 3-0. Pero el Madrid también ganó al Valencia y el Atlético perdió en casa del Levante. Como hay tantas cosas que odiar esta semana, os propongo dejar a un lado la actualidad y retomar algo del pasado. ¿Os parece? A mí sí y soy el que escribe. Muajajá.

La Real Academia Española lanzó al mundo una nueva gran hazaña: la lectura colectiva de El Quijote por internet. Youtube suma ya más de 20.500 grabaciones de hispanoablantes que han querido unirse a la fiebre colectiva de aquel hidalgo castellanomanchego. Entre ellos, algunos de los bloggers que me escriben con normalidad. Y yo me pregunto si no es demasiado modernismo eso de ver un video de alguien que está leyendo. Es más, ¿qué es eso de leer?

Si le preguntáramos a un niño pequeño, seguramente nos diría que La Lectura es una señora mayor que cuenta cuentos –valga la redundancia- por las noches. O sea, su madre. Los adolescentes afirmarían, bien orgullosos, que ellos leen por obligación a los clásicos (ellos añadirían “a los aburridos clásicos”) y que, por devoción, se pasean todas las noches por la trilogía de Crepúsculo, la septología de Harry Potter, o El niño del pijama de rayas, esa versión descafeinada de El diario de Ana Frank.

Los libros más vendidos en la actualidad no necesitan tener una gran historia detrás. Ni tampoco a un gran ilustrado escribiéndola. Ni siquiera unas descripciones brillantes, únicas, que hagan vibrar. Ahora sólo se vende lo que nos dicen el señor Corteinglés y la señora Fnac que debemos leer. Y también lo que desde las salas de cine se nos proyecta como el estreno del año. Jamás entenderé la necesidad de pasar a libro todas las películas que se pasan por el cine y tienen uno o dos premios. Pero ahí están en las cabeceras de todas las estanterías. Esos tochos –a veces no tanto- que ocupan tanto y tanto espacio porque alguien ha pagado (¡y mucho!) para que estén ahí. Y que tú lees porque alguien en el trabajo te ha dicho que es “lo más”, o un amigo nos ha contado “que todo el mundo habla de él”. Pero, ¿quién es todo el mundo?

Entiéndase por todo el mundo la gran masa de gente que consume novelas de manera más o menos habitual, y que ingresa varios miles de millones a las editoras de todo el globo. Esas personitas que compran lo que se les dice que hay que comprar y que, como en la música o el cine, rechazan todo lo que fue publicado antes del año 2000. Porque ya está desfasado. Lo que les gusta de verdad es estar un rato, en el metro o en la cama, arrastrando el dedo sobre una pantalla (porque eso no es pasar hojas) que los deja ciegos –y tontos- pasada una temporada.

Juan José Millás decía en Clandestinos, que un amigo suyo se escandalizó porque su hijo, de 18 años, leía un sábado por la noche a Madame Bovary. Francamente, yo hubiera estado orgulloso de ese hijo mío que decide leer a Flaubert antes que ponerse en el sofá a ver Patito Feo y aprenderse la coreografía de Las Divinas -Aquí mandan Las Diviiiiiiinas porque somos gasoliiiiiiina-. Porque, en el fondo, uno es lo que lee (como frase me ha quedado brillante). Así, podemos sobreentender que ese chico de Millás estaba interesado en cultivarse y conocer más mundo. Del mismo modo que los que leen a Virgilio o a Homero lo hacen para saber cómo era la sociedad grecolatina, lejos de intentar sumarse a una sociedad que comenta los libros, justo al acabar de leerlos, como lo hace con las películas al salir del cine.

Creo realmente que hemos perdido a esa clase lectora que disfruta con cada página, que saborea los párrafos como una cucharada de tiramisú italiano: babeando mientras continúa hasta el último momento. Los pocos nuevos lectores lo hacen para no sentirse apartados en las (escasas) conversaciones de cultura de sus amigos. Incluso cuando éstas hablan de la biografía no autorizada de la siempre ilustrada Belén Esteban. Que la hay. El como ya va a ser que ni siquiera tendremos que comprar un libro para disfrutarlo. Ahora podremos abrir Youtube y escuchar cómo nos lo cuentan. No hay mal que por bien no venga… hemos perdido a grandes novelistas y público que los lea, pero hemos vuelto a los juglares y a eso de escuchar las historias que otros se han aprendido. O quizá no. Qué más da, aquí mandan Las Divinas...

Nos vemos el miércoles.
¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!

Roberto S. Caudet

3 comentarios:

  1. Una entrada genial.
    La verdad es que tienes razón, en general hemos perdido ese precioso hábito de leer por ansia de saber y ganas de disfrutar, de leer por el puro placer de hacerlo. A mi particularmente me encanta perderme en un libro y olvidarme de este mundo para sumergirme en otro, pero es una lástima, porque últimamente vamos tan liados con todo que siquiera tenemos tiempo para perdernos por esos lares (o al menos en mi caso). En fin, una pena...

    Mónica G.

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  2. Mientras uno se siga acordando de Jardiel Poncela de vez en cuando, la lectura seguirá viva :)

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  3. hombre, la lectura del quijote por youtube, a mi no me parece una mala idea, es mas, soy de esos bloguers que lo ha hecho. Es una forma más de intentar acercarla a la gente. Y tampoco me parece mal segun que tipo de libros, quizas con eso se consigue que despues se lean más. Que preferimos, tener a los adolescentes enganchados a la tele, o aun libro de Harry Potter, o a uno basado en una película. Es un comienzo.

    Un beso cielo

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