Qué más da que nadie sepa dónde está el cuerpo. Qué más da que nunca sepamos, realmente, lo que ocurrió aquella noche. Ni tampoco los días siguientes. A quién le importa que la familia no pueda tener un sitio en el que llorar. Ni tampoco puedan despedirse, físicamente, de su hija y hermana. No sé si a vosotros os impota, pero está claro que al juez del caso de Marta del Castillo no le ha interesado la historia lo más mínimo. Y así funciona el país.
La desaparición de Marta del Castillo es una historia por todos conocida, y no hace falta que la resuma. O mejor sí: hay casi una veintena de implicados en la desaparición (y asesinato) de una menor en Sevilla. Desde hace años se la busca. Los implicados no dicen nada. Bueno, sí dicen. Dicen que no saben dónde está. Y así podemos seguir cincuenta años más. Jugando a un Cluedo real en el que, efectivamente, el que tiene la carta de asesino es el que gana la partida.
Pero esta partida es real, como digo. Hay un asesinato real. Hay un cuerpo real que no aparece. La Policía de toda Andalucía la ha estado buscando por doscientos lugares diferentes. La familia ha estado haciendo lo imposible por aveiguar algo. Y esta gente no suelta ni pío. Tras años de trámites legales, el juez los ha absuelto a todos menos a Miguel Carcaño. Absueltos. Y sin cargos. Y no os creáis que Miguel Carcaño estará en prisión toda su vida. Qué va. 20 años (menos los que consiga por "buena conducta"). Y alrededor de 200.000 euros a la familia por los daños causados. Andalucía, en cambio, gastó más de 300.000 en intentar encontrar el cuerpo en lugares en los que no estaba.
Como un auténtico Cluedo. Esta gentuza ha estado jugando al despiste. Ha estado jugando con la familia de la menor asesinada. Ha estado jugando con la Policía. Y ha estado jugando con la Justicia. Se han reído de todo y de todos y salen absueltos. ¿Cuál es la moraleja que hemos de aprender de todo esto? Odiados míos, matad a quien queráis. Hacedlo con todas vuestras fuerzas. Sin miramiento. Ensañaos. Sed todo lo crueles que queráis. Pero, por favor, ocultad bien el cuerpo. Pensad primero dónde meteréis el cuerpo (o los cuerpos, depende de vuestro Odio) y luego actuad. La Justicia os ampara.
Este caso debería haber sido ejemplar. Debería haber sentado cabeza. Debería haber servido de ejemplo para futuras sentencias, para una Ley más justa que haga pagar a los culpables. Pero no. Para qué. En un país en el que hay un 20% de paro y no hay trabajo seguro para nadie. En un país en el que la sociedad se alegra del ERE a los trabajadores de Canal 9 porque les gusta ver a gente en la calle y sin trabajo. En un país en el que Belén Esteban consigue más audiencias que los programas culturales. En un país en el que los partidos políticos decretan lo que se les antoja y la gente no se moviliza. En un país como el nuestro, sólo quedaba confiar en la Justicia. Pero ya ni eso. Señores, bienvenidos a España. Sed felices.
El Odio ha vuelto.
¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!
Roberto S. Caudet
La sensación que me provocan sólo es asco. Si es verdad que los han absuelto, entonces todos son asesinos. Todos. Ojalá vivan muchos años, para recordar su negligencia y su culpabilidad. Sé que no te gustan mis batraciadas cristianas, pero te juro que rezo a Dios para que les dé su merecido.
ResponderEliminarReza también de mi parte, que no se te olvide.
ResponderEliminarA mí me da verdadero asco tener que comenzar 2011 con esta entrada, pero así son las cosas. Para hablar de lo bonito que es el mundo ya están el resto de blogs que no incluyan la palabra "ODIO" en su título.
No creo en el concepto de culpabilidad de estos seres. Si tuvieran los más mínimos remordimientos, hubieran confesado. Claro que, también se arriesgarían a terminar como la propia Marta...
La Justicia que nombras con esa mayúscula no sólo depende de las voluntades. Tiene que haber pruebas que den la certeza de quienes son los autores de los delitos.
ResponderEliminarSin estas pruebas el juez está atado de pies y manos por que hacer Justicia a lo mejor es equivocarse y de los errores no se saca nunca nada bueno que no sea aprender a no cometerlos (con lo que si los puedes evitar mejor).
Efectivamente los acusados han jugado con la Policía, la Justicia y con la familia de la víctima. Correcto. Los mecanismos que tenemos para luchar contra estas barbaridades son limitados y a veces alguno se escapa, aunque no siempre del todo. Pasarán los años y basta con que a alguno que sepa un mínimo "le cambie la vida" y se plantee arreglar parte del daño que hizo para que haya de donde tirar.
La Justicia no hay podido condenarlos pero los culpables se condenaron ellos sólos.