Los friquis del mundo llevan desde el jueves en un sinvivir. El FBI les ha cerrado Megaupload y Megavideo. Y, lo que es peor, amenazan con ir a por el resto de servidores de contenidos ilegales que utilizan para descargar sus extrañas series producidas en Corea. ¿Pero qué se esperaban? Llevaban desde 2005 descargándose películas raras y friquis. Series raras. Documentales peores aún. Y todo gratis. Ahí, a lo loco. Temporadas enteras una tras otra para luego poder verlas en sus televisiones o, directamente, desde sus pantallas friquis de ordenador. Obama les ha hecho un favor. Por fin podrán hacer vida social y tomar el sol. Se acabaron los albinos encerrados en sus habitaciones con sus enormes gafas de culo de vaso. ¡Vivan los chonis de playa de Jersey Shore, que no saben que Mac no es la abreviatura de McDonal's...!
¿Pero qué mierda es ésta? ¿De verdad todos pensáis igual? Sí, yo sé que muchos de vosotros tenéis ese concepto. Pues, sin duda, estáis tan equivocados como engañados. Y yo os voy a contar todo lo que sí era Megaupload y vosotros desconocíais. Aunque ya no sirva de nada. En primer lugar, y aunque sea sólo por respeto y educación, solicito 72 minutos de silencio para Megaupload y Megavideo. Pero, tranquilos, podéis seguir leyendo, a menos que hagáis ruido, claro...
Megaupload se fundó en 2005. Era un servidor de alojamiento de archivos. De todo tipo de archivos. Funcionaba mediante una doble vía, la "Free" y la "Premium"; es decir, la gratuita y la de pago. La diferencia, era abismal aunque muchos usuarios prefirieran -por motivos más que obvios- la opción gratuita. De este modo, se podían subir al servidor archivos de hasta 2 GB y descargar un máximo de 1GB con un cierto límite de tiempo. Además, había que esperar entre 30 y 45 segundos para poder descargar cada archivo, mientras Megaupload se reía de nuestras caras de desespero por ver el próximo capítulo de LOST.
El sistema Premium suponía al usuario una cantidad previa de dinero, a modo de suscripción, por la que, de entrada, no se hacía esperar al usuario -llamémoslo VIP- ni un sólo segundo. En las cuentas VIP tampoco había restricción en cuanto al límite de "peso" para los archivos subidos ni tampoco para los descargados. El sueño de todo vídeo o serie-adicto, por un módico precio que tampoco suponía una hipoteca. Reconozco que, durante un par de meses, compartí esta opción junto a otro buen amigo. El resto de mi vida, para subir o descargar archivos, siempre he terminado decantándome por la opción gratuita. No seré un perroflauta de esos, pero tampoco voy a pagar por un servicio que apenas utilizo.
¡Ajá! Aquí viene el gran conflicto. ¿Por qué pagar por un servicio que apenas se utiliza? ¿Por qué se va al cine para ver una película de la que apenas sabemos nada y no tenemos la seguridad de que nos va a gustar? ¿Por qué Pepe pisó a Messi? Ay, perdón, con tanto por qué se me fue la cabeza... La nueva filosofía del "todo gratis" no beneficia a nadie, naturalmente. Bueno, quizá a los que la disfrutan y viven de gorra; pero no para los que poseen los derechos sobre esas cosas que millones de personas disfrutan sin pagar. Si una alguien utilizaba Megaupload para descargarse sólo los capítulos de su serie favorita, o sólo los sábados para hacer lo propio con alguna película que les guste, era bastante coherente que esas personas no fueran a pagar un euro (o dólar) para utilizar ese servicio. No le daban tanto uso.
El problema viene cuando la gente se cree con el derecho de disfrutar esos servicios, siempre, de manera gratuita. Por la cara. Y cuando les dicen de pagar una mínima cantidad, por muy mínima que sea, lían la de Cristo. El viernes, sin ir más lejos, una de mis amigas escribía en Facebook: "¿Por qué no me dejan descargarme gratis una película si pago 40 euros al mes por mi tarifa de internet?". Cariño, la respuesta es más que obvia: porque tú pagas internet para poder entrar a páginas web, para poder utilizar Facebook, MSN, Google... Pero no pagas internet como suscripción para ir al cine. Del mismo modo que cuando uno va a Carrefour y compra un brick de tomate no tiene el derecho de llevarse también los macarrones, el atún y el queso. Acabáramos.
Estamos demasiado acostumbrados a tener todo gratis. Matizo el todo: desde que existe internet parece que todo esté a nuestro abasto: información, recetas, fotos, entrevistas, estadísticas, música, vídeos... ¿Alguno de vosotros compra un diario o, simplemente, le ha dado a "me gusta" en Facebook para poder informarse o lo ha seguido en Twitter? ¿Cuántos compráis un libro de recetas para averiguar cómo se hace una berenjena rellena? ¿Encendéis la tele para ver la MTV -cuando era M de música, no de Mierda- o vais a Youtube, Spotify...? Exacto. Todo gratis. Y esa extensión se termina aplicando a que creamos que con el pago por internet tenemos, efectivamente, el resto de cosas de la red de manera gratuitas. Y no es así. Soy el primero que no le veo inconveniente a pagar una tarifa coherente para disfrutar de según qué servicios. He utilizado la cuenta Premium de Megaupload y, también, las cuentas Gold de Fotolog en sus tiempos. Igual que pago por una cerveza, por una entrada a un museo o por unas botas nuevas. Pero no tantas personas lo hacemos. Y eso es muuuuy triste.
Lo que pasa es que no siempre hay una opción B. Me explico. Millones de usuarios de Megaupload y Megavideo utilizaban los servicios para poder ver una determinada serie cuando les venía bien. Sin tener que depender de los horribles horarios cambiantes de las televisiones. O para ver alguna película que no habían ido a ver al cine o que pasaban de comprar en DVD en El Corte Inglés. Pero también hay -había- millones de usuarios, entre los que me incluyo, que utilizaban Megaupload porque no había opción B auténtica. ¿Qué ocurre cuando se quiere ver una serie coreana? ¿Una película filipina? ¿Una serie de hace quince años? No existe la posibilidad de ir a Carrefour y encontrarlas en las estanterías. Antena 3 no las programa después de Tu cara me suena. Para nada. Si alguien no las subía a internet, no podías acceder a ellas. Jamás. Jamás de los jamases.
Y, cuidadín, que Megaupload no sólo archivaba series y películas. No sólo servía para almacenar contenidos audiovisuales, en general. El servidor ayudaba a estudiantes universitarios a compartir apuntes y trabajos. A viajeros empedernidos a compartir sus fotos. A artistas noveles que querían almacenar sus ensayos, sus obras. Pero claro, eso no lo tiene nadie en cuenta. Ni tampoco los cientos de miles de cuentas Premium. Desde el jueves, sólo se machaca a Megaupload, a su fundador. A la cultura del todo gratis. ¿Pero acaso nos han preguntado si queremos pagar por los servicios? ¿Qué hay de las suscripciones? ¿Devolverán el dinero? ¿Habrá Justicia? ¿Dónde está Wikileaks? ¿Dónde está Superman cuando se le necesita? Tranquilos, que para denuncias públicas, ya estoy yo. La que no está es Megaupload. Ni su fundador, Kim Schmitz, al que han imputado por tantos delitos y tan locos que sólo nombrarlos me da risa. Capaces son de meterlo de verdad en prisión. Qué fuerte todo. De nuevo, por favor, solicito 72 minutos de silencio. Ahora sí.
¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!
El sistema Premium suponía al usuario una cantidad previa de dinero, a modo de suscripción, por la que, de entrada, no se hacía esperar al usuario -llamémoslo VIP- ni un sólo segundo. En las cuentas VIP tampoco había restricción en cuanto al límite de "peso" para los archivos subidos ni tampoco para los descargados. El sueño de todo vídeo o serie-adicto, por un módico precio que tampoco suponía una hipoteca. Reconozco que, durante un par de meses, compartí esta opción junto a otro buen amigo. El resto de mi vida, para subir o descargar archivos, siempre he terminado decantándome por la opción gratuita. No seré un perroflauta de esos, pero tampoco voy a pagar por un servicio que apenas utilizo.
¡Ajá! Aquí viene el gran conflicto. ¿Por qué pagar por un servicio que apenas se utiliza? ¿Por qué se va al cine para ver una película de la que apenas sabemos nada y no tenemos la seguridad de que nos va a gustar? ¿Por qué Pepe pisó a Messi? Ay, perdón, con tanto por qué se me fue la cabeza... La nueva filosofía del "todo gratis" no beneficia a nadie, naturalmente. Bueno, quizá a los que la disfrutan y viven de gorra; pero no para los que poseen los derechos sobre esas cosas que millones de personas disfrutan sin pagar. Si una alguien utilizaba Megaupload para descargarse sólo los capítulos de su serie favorita, o sólo los sábados para hacer lo propio con alguna película que les guste, era bastante coherente que esas personas no fueran a pagar un euro (o dólar) para utilizar ese servicio. No le daban tanto uso.
El problema viene cuando la gente se cree con el derecho de disfrutar esos servicios, siempre, de manera gratuita. Por la cara. Y cuando les dicen de pagar una mínima cantidad, por muy mínima que sea, lían la de Cristo. El viernes, sin ir más lejos, una de mis amigas escribía en Facebook: "¿Por qué no me dejan descargarme gratis una película si pago 40 euros al mes por mi tarifa de internet?". Cariño, la respuesta es más que obvia: porque tú pagas internet para poder entrar a páginas web, para poder utilizar Facebook, MSN, Google... Pero no pagas internet como suscripción para ir al cine. Del mismo modo que cuando uno va a Carrefour y compra un brick de tomate no tiene el derecho de llevarse también los macarrones, el atún y el queso. Acabáramos.
Estamos demasiado acostumbrados a tener todo gratis. Matizo el todo: desde que existe internet parece que todo esté a nuestro abasto: información, recetas, fotos, entrevistas, estadísticas, música, vídeos... ¿Alguno de vosotros compra un diario o, simplemente, le ha dado a "me gusta" en Facebook para poder informarse o lo ha seguido en Twitter? ¿Cuántos compráis un libro de recetas para averiguar cómo se hace una berenjena rellena? ¿Encendéis la tele para ver la MTV -cuando era M de música, no de Mierda- o vais a Youtube, Spotify...? Exacto. Todo gratis. Y esa extensión se termina aplicando a que creamos que con el pago por internet tenemos, efectivamente, el resto de cosas de la red de manera gratuitas. Y no es así. Soy el primero que no le veo inconveniente a pagar una tarifa coherente para disfrutar de según qué servicios. He utilizado la cuenta Premium de Megaupload y, también, las cuentas Gold de Fotolog en sus tiempos. Igual que pago por una cerveza, por una entrada a un museo o por unas botas nuevas. Pero no tantas personas lo hacemos. Y eso es muuuuy triste.
Lo que pasa es que no siempre hay una opción B. Me explico. Millones de usuarios de Megaupload y Megavideo utilizaban los servicios para poder ver una determinada serie cuando les venía bien. Sin tener que depender de los horribles horarios cambiantes de las televisiones. O para ver alguna película que no habían ido a ver al cine o que pasaban de comprar en DVD en El Corte Inglés. Pero también hay -había- millones de usuarios, entre los que me incluyo, que utilizaban Megaupload porque no había opción B auténtica. ¿Qué ocurre cuando se quiere ver una serie coreana? ¿Una película filipina? ¿Una serie de hace quince años? No existe la posibilidad de ir a Carrefour y encontrarlas en las estanterías. Antena 3 no las programa después de Tu cara me suena. Para nada. Si alguien no las subía a internet, no podías acceder a ellas. Jamás. Jamás de los jamases.
Y, cuidadín, que Megaupload no sólo archivaba series y películas. No sólo servía para almacenar contenidos audiovisuales, en general. El servidor ayudaba a estudiantes universitarios a compartir apuntes y trabajos. A viajeros empedernidos a compartir sus fotos. A artistas noveles que querían almacenar sus ensayos, sus obras. Pero claro, eso no lo tiene nadie en cuenta. Ni tampoco los cientos de miles de cuentas Premium. Desde el jueves, sólo se machaca a Megaupload, a su fundador. A la cultura del todo gratis. ¿Pero acaso nos han preguntado si queremos pagar por los servicios? ¿Qué hay de las suscripciones? ¿Devolverán el dinero? ¿Habrá Justicia? ¿Dónde está Wikileaks? ¿Dónde está Superman cuando se le necesita? Tranquilos, que para denuncias públicas, ya estoy yo. La que no está es Megaupload. Ni su fundador, Kim Schmitz, al que han imputado por tantos delitos y tan locos que sólo nombrarlos me da risa. Capaces son de meterlo de verdad en prisión. Qué fuerte todo. De nuevo, por favor, solicito 72 minutos de silencio. Ahora sí.
¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!
Roberto S. Caudet
Está claro que no todo tiene que ser gratis, pero es que el negocio tiene que cambiar, las cosas tienen que cambiar, y no se dan cuenta de eso.
ResponderEliminarTodo gratis no, pero toda la vida lo hemos hecho. Está claro que no es justo que gente saque beneficio a través del trabajo de otros...pero lo que hacemos el 90% es compartir. Igual que hace millones de años me dejaban un casette original, y yo me lo grababa en uno. Igual que toda la vida nos hemos dejado libros, o hemos ido a la biblioteca. Que me diga Lucía Etxebarría que por culpa de la piratería no vende libros...
Y es que es eso, no hay opción B. Cómo voy a ver yo series que no se emiten en España, películas que no llegan y música que jamás se venderá. Y lo peor es que luego, los más frikis, son los que más pagan. La gente que conozco que le gusta la música japonesa y coreana, tienen colecciones tremendas, que, claro, tienen que comprar por Internet. Pero ahora llega alguien y le dice que la única manera que tenía de escuchar toda esa música, pues está mal, porque hay que gastarse dinero. ¿Hola? Igual que a muchos españoles, que vinieron grupos coreanos en verano a dar un concierto en París, y se fueron hasta Francia a verlos. Qué derecho tienen de decirle a esa gente que se gastó mínimo 200 euros en ver a los cantantes que les gustan, que es que no pueden descargarse nada porque aquí el todo gratis no vale. Anda ya.
Los precios son desorbitados, sobre todo en España, y no se puede pretender que se pague muy a menudo todo eso, encima en época de crisis. Qué hacemos mientras, ¿no accedemos a la cultura? Pues que cierren las bibliotecas también, de paso.
Con esto no van a conseguir nada. Que se den cuenta ya. Solo hay que ver el engaño del cine español, que echa la culpa a la piratería y las películas españolas no están disponibles para descargar hasta meses después de su estreno, cuando ya no están en cartelera. Que si la gente no va a verlas, es porque no quiere, o porque es demasiado caro el cine. Punto.
Yo estaba mega ilusionada porque en España se iba a estrenar una peli coreana. Por supuesto, iba a ir al cine a verla, y mira que al cine voy poquísimo porque mi economía no me da -y no, no soy de las que digo que no me da, y luego me gastó 20 euros todos los findes, que eso me hace gracia-. Pues resulta que se ha estrenado como en 5 ciudades. Y no en Valencia. Pues ea, no voy a viajar hasta Madrid o Barcelona para verla.
Y con el escaso dinero que tengo, soy la primera que me voy como una freak a la sección de DVD's a buscar dvd's coreanos, para apoyar este tipo de pelis, me hace más ilusión tenerlos que pelis occidentales. Pues mi película favorita, OLDBOY, coreana, no está en DVD. Está descatalogada. Quiero comprarla y no puedo. Y esta es la historia de nunca acabar, así con mil cosas.
Las cosas tienen que regularse, cambiar...pero esta no es ni de lejos la manera.
Menos mal que ya hace meses que me bajé mi querida serie coreana IRIS y me la vi enterita <3 xD