lunes, 20 de junio de 2011

Los lunes sin Sol


Y en las noches sin luz,
Cuando quema el rocío,
Una estrella que pasa me llama mendigo”.

El mendigo”, Víctor Manuel.

Fueron llamados perroflautas, mendigos, indigentes, maleantes, delincuentes… Han sido llamados antisistema, despojos. Han aguantado carros y carretas. Se los ha desalojado con violencia desmedida en Barcelona, y se les ha agredido sin motivo justificado en Valencia. Se les ha golpeado como a una muñeca de trapo indefensa. Y, finalmente, el domingo pasado abandonaron su “sede central” de la plaza de Sol. Ya no hay lunes al Sol. Por eso, ayer se organizaron manifestaciones a lo largo y ancho de nuestro país. Y a las principales ciudades acudieron cientos de miles de Indignados para mostrar su disconformidad con la política económica y social de España y, por extensión, del mundo entero.

Desde Madrid, se formaron seis columnas que salían de seis barrios diferentes de la ciudad, para recoger a todos los indignados hasta llegar al centro de la ciudad, donde, unidos todos, volverían a mostrar su desacuerdo de manera pacífica, como viene siendo habitual en ellos. Aquí tenemos el problema. Ya todo es demasiado habitual. Su acampada ya no nos sorprendía. Ni tampoco su manera de vivir en las diferentes plazas. Las caceroladas se quedaron demodé, y hasta las manifestaciones nos suenan a algo muy visto. Y vosotros sabéis, igual que yo, que no hay nada peor en el periodismo que algo que se vuelve costumbre y es poco novedoso.

Para muestra, un botón. O quizá tres: El informativo de la noche de Canal 9 ni siquiera abría con la noticia de la manifestación, que tocaron por encima, con cuatro imágenes que ni se parecían a las ofrecidas por periodistas valencianos que estuvieron en plena manifestación subiendo fotos a Twitter y Facebook. Cualquiera que viera las noticias desde la autonómica valenciana sin tener más conocimiento de causa, pensó que los manifestantes eran cuatro parados que protestaban contra el euro. Por su parte, Telecinco hablaba de millones de manifestantes en toda España concentrados en Madrid. Las imágenes mostraban, ciertamente, calles abarrotadas en las que no cabía ni un muñeco tísico de Tim Burton. Los videos se completaban con manifestantes diciendo que buscaban un pisito “como el del Principito”. Estos Indignados parecían una versión frustrada de Carmen Lomana. A la parrilla, cómo me gusta.

Pero el caso más significativo es el ofrecido hoy por el diario La Razón, que ellos mismos han intentado defender como un “error técnico”. Y desde luego que lo es. Al técnico fotográfico que ha hecho semejante estropicio lo van a tirar de patitas a la calle. En su portada de hoy, con un titular que no puede ser más incoherente y manipulable, aparece una foto enorme más característica del diario ABC. En ella, se puede observar una ligera –tan ligera como el peso de Falete, que diría Wyoming- manipulación del PhotoShop. Ya ha sido llamado “el indignado sin cabeza”. Algo así como el fantasma “Nick Casi Decapitado” de Harry Potter. Si para el caso… Como veis en la imagen, al fotógrafo/periodista de La Razón encargado de ilustrar el periódico se le ha ido de las manos la herramienta de borrar, y se le ha olvidado dejar bien acabados a los personajes a los que ha intentado eliminar de la foto. Quizá, desde La Razón, han querido hacer llegar a su audiencia que los manifestantes no tenían ni pies ni cabeza… Menudo espectáculo lamentable.

Hoy, como decía al principio, es el día de la resaca del 19-J. Es momento de reflexionar. De pensar qué ocurrirá a partir de ahora con el movimiento del 15-M. Ya os lo digo yo: no va a ocurrir absolutamente nada. Los manifestantes de ayer perdieron su tiempo igual que mi apoyo. Sí, señores, he dejado de estar de acuerdo con ¡Real Democracia YA!. El principal motivo es que no encuentro nada en lo que deba estar de acuerdo. Ha pasado más de un mes de sus primeros pasos. ¿Y hasta ahora qué nos han vendido? Una acampada masiva a modo de reunión de los Scout americanos, un par de manifestaciones en las que se juntan banderas republicanas con las del orgullo gay con pancartas de “Catalunya lliure” (“Catalunya libre”). Pero, ¿qué es lo que venden? Ellos dicen que buscan un cambio de sistema, un piso digno “como el del Principito” y un trabajo digno. Pues como todos. Bueno, yo busco también el amor de Diego Forlán, pero no monto un sarao como si estuviera en El Rocío para proclamarlo. También busco que me contraten en algún medio digno, pero no me planto con mi Quechua última generación en la Plaça de Catalunya y luego monto un huerto con las semillas que regalaban en los Petit Suïsse, ahora conocidos como Danonino.

La utopía que nos vende el manifiesto de los Indignados es demasiado absurda como para tomarla en serio. Y ni siquiera saben cómo llevarla a cabo. Ni se lo han planteado. Estaban demasiado ocupados en invadir –sin éxito- los Parlamentos y Congresos de algunas ciudades españolas. ¿Pero por qué no se unen en un partido político ellos, todos juntos?, ¿por qué no intentan, realmente, paralizar el país para cambiarlo?, ¿acaso no han visto las imágenes de Egipto?, ¿qué piensan los del 15-M de los franceses que llegaron a paralizar las entradas de materias primas al país galo? Es que los nuestros son muy pacíficos. De pacíficos llegan a ser estúpidos. Llegan a ser inútiles.

Y eso los que son realmente pacíficos. Quien viera el sábado 11 de junio La Noria de Telecinco, contempló cómo en las diferentes conexiones en directo que ofrecía la periodista Milena Martín un pequeño número de Indignados hacían el trabajo imposible a la pobre chica que intentaba informar sobre cómo estaba siendo el desalojo. En la estampa, pudimos contemplar un sinfín de personajes patéticos que gritaban “televisión manipulación” y que, cuando fueron enfocados, se taparon la cabeza para que nadie pudiera identificarlos. Menudo ejemplo de valentía. Menuda gentuza. También contemplamos a una señora que bailaba con un vaso de cerveza y que llegó a empujar en varias ocasiones a Milena, en un acto de borracha profunda. Y luego estaba el típico gracioso que se pasaba la conexión intentando poner un folio delante de la cámara para que no se pudiera ver nada (He buscado el video en la web de La Noria, de Telecinco y en Youtube, pero no lo encuentro, si es que está colgado). Me voy a permitir yo también cantar eso de: “lo llaman democracia y no lo es”.

Señores, yo me bajo de la causa. Porque todavía no he llegado a comprender cuál es ni cómo se resuelve. Y como yo, medio país. Los Indignados ya se han dejado ver en esta fiesta de la democracia. Ahora que actúen. O todo habrá quedado en una anécdota que ocupará medio párrafo en los libros de Historia Española para los estudiantes del año 2.130. Claro que, para actuar, primero deben formar una unión. Y lo del 15-M es de todo menos un todo. Y así, no se puede. Ya no representan a nadie, se representan a sí mismos y a un mundo imposible que sólo se pinta en las películas de Disney. Yo ya tengo una edad como para creerme sus pancartas de “no les votes” junto a las de “que cada voto valga igual” y las de “jubilación a los 65” junto a las de “pensiones mínimas de 800 euros”. Como gracia ha estado bien. Como chiste es muy malo. Como protesta seria, es pésima.

Roberto S. Caudet

1 comentario:

  1. Yo no es que no esté de acuerdo, porque creo que mucha gente se lo toma como que tiene ganas de protestar, y de quejarse, y encuentra en esta manifestación o lo que se ha estado viviendo, una manera. Y yo lo entiendo y me parece bien.

    Pero creo que cuando empezaron a alargar las acampadas, empezó a perder seriedad. No sé, creo que lo mejor hubiera sido levantarlas, y empezar a movilizarse de otras maneras, e intentar algo más real. Me parece genial que protesten, ese es el primer paso: se consiguió que todos habláramos de ellos. Pero si luego, no haces nada más...

    Lo del partido político tampoco lo veo. Porque hay gente con ideas muy distintas, y un partido siempre tiene ideología. No puede salir un partido unificado: si saliera uno, no tendría a todos apoyándolo. Sería fraccionar un movimiento que necesita unión, porque sin ella, no se hace nada.

    Tampoco se me ocurre qué podría hacerse, la verdad. Pero digo yo, que entre tantos que son, podrían empezar a planteárselo y debatirlo...

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