sábado, 24 de julio de 2010

Mνήμες του... Roberto (Memorias de... Roberto)


Todo el mundo me pregunta, antes o después, si puedo vivir con tanto Odio como presento entrada tras entrada –y ya van 61- en el blog. Lo cierto es que sin ser hipócrita, muchas veces he terminado por exagerar mis sentimientos hacia algo que simplemente no me gusta con el fin de desahogarme en un momento dado o tras una circunstancia puntual. También es cierto que durante una corta etapa cambié de rumbo hacia “Todas las cosas que Amo” y tuve mi especial “Todas las cosas qu(E)urovisión” durante el mes de mayo. Y no será el único especial que haga. Así pues, hoy no puedo decir que hago una entrada diferente, pero en realidad sí.

Hoy no escribo desde mis principios y mi cabeza. Cada una de estas palabras están escritas con reflexión pero desde los sentimientos de mi corazón. Qué poco acostumbrado estoy a sonar sincero pero no ácido, así que no sé si lo haré bien. Bah, qué importa. Ya sois mis fans absolutos e incondicionales. Y eso no me lo quita nadie. Muajajá.

Pensaba el otro día, mientras escuchaba música, lo poco que me gustan los encuentros casuales pero pactados, forzados pero espontáneos, con personas desconocidas pero con las que has hablado lo suficiente como para sentir cierto dolor si lo pasan mal. Dudaba así si hacía bien en aceptar un rendez-vous con dos señores de los que ni siquiera sabía si tenían pelo, medían más que yo o vestirían con vaqueros, bermudas o un bañador de O’Neill.

Para tranquilizar a mi madre, que terminará leyendo el artículo un día u otro, no, no tenía planeado hacer un trío. Es más, los dos desconocidos eran –son- un matrimonio feliz. Uno de ellos escribe en mi blog día sí y día también, pero del otro no sabía ni su nombre hasta tan solo unas horas antes. Decidí reunirme con ellos un viernes por la tarde, a eso de las seis, en la plaza del Ayuntamiento de mi ciudad. Diez minutos después me habría importado bien poco si hubiera quedado en un campo de refugiados o en una cámara de gas. La conversación era fluida y nada superficial. Las dos personas, especialmente agradables y con un halo acogedor digno de ser guardado en un frasco para situaciones de guerra entre Irán y Estados Unidos.

Poco a poco fui descubriendo a una persona educada, inteligente, con quien comparto aficiones y gustos. Y hasta muy atractiva. Su marido no se quedaba atrás, aunque el hecho de no conocernos en absoluto y que la conversación fluyese hacia el otro lado pudo convertirse en una hostilidad terrible. Se mostró tímido casi en exceso. Igualmente encantador. Durante tres horas y media me creí en el cielo. O un poco más arriba. De haber podido, les habría pedido un menage-à-trois allí mismo. Luego matrimonio y finalmente los habría secuestrado para mí solito. Pero la cita se terminaba y los tres sabíamos que pasarán semanas –meses, hasta podrían ser años- hasta que nos volvamos a ver.

Esa es la magia de la vida, me dice una neuronita que niega a resignarse. Hay que saber que no todo es eterno. Ni podemos tenerlo todo al alcance cuando queramos. Uno debe aprender a vivir saboreando cada minuto de lo que ocurre a su alrededor. Debe coger las experiencias, madurar con ellas, quedarse con lo interesante y rechazar lo banal, aquello que no nos sirva para nada. Recordar cada una de nuestras risas y buscar la felicidad hasta en un bar sin servilletas. Já. Me vais a perdonar que me cague en todo mi texto.

¿Qué clase de mierdas son esas? ¿Es realmente justo que para una vida que tenemos no podamos tenerlo todo? ¿Por qué hemos de decir adiós? ¿Por qué no podemos estar siempre con los seres queridos, sonriendo y cantando? ¿Por qué las buenas conversaciones deben acabarse a las diez menos cuarto? ¿Por qué la vida en Oslo es tan cara y en Riga tan barata? ¿Por qué nos perdemos buscando Venial? Y, en serio, ¿por qué no había servilletas en aquella cafetería?


Hoy tengo un momento de niñato consentido, y me cabreo. Me enojo. Monto en cólera ante una vida con pequeños agujeros, con pequeñas insuficiencias y Odio a Dios por crear una Tierra tan grande en la que entre Madrid y Valencia haya más de siete minutos andando. Odio que se me crucen grandes personas en mi vida y me inviten a una Coca-cola Light. Hoy Odio a Grecia y a la madre canaria que parió a un ser maravilloso casado con otro no menos importante. Ya está, ya lo he dicho. Qué a gusto me quedo.

¿No queríais una entrada sencilla y sentimental, que contara cosas de mi vida? Pues aquí tenéis un intento de.

Feliz Día del Od… digo…
Feliz Estancia Valenciana, Adrianos.

Roberto S. Caudet


11 comentarios:

  1. Tengo un odio. Si quedo para comer con alguien me desagrada que se presente con alguien más.

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  2. Yo, directamente, odio tener que comer/cenar con alguien la primera vez que lo conozco. Independientemente de quién sea y en qué situación se dé. :)

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  3. yo tambien me enamoré de ellos! como bien dices, thalassa estaba un poquitin timido (sobre todo el primer dia) pero luego se fue soltando. aunque he de decir (y me abe muy mal) que "lo dejamos un poquitin de lado" porque yo no le conocia, a quien yo queria conocer era a adrianos xD
    por cierto, mi madre se enteró el sabado de la edad de estas dos personas maravillosas y me llamó loco, y cree que son unos pederastas o algo por el estilo.....
    si les llego a decir que son matrimonio se van directamente a denunciarles xD
    he de decir, que nunca jamás me habia sentido así con nadie (quizás contigo, algún día.. ^^) me sentí "superfeliz", como diria mi amada belén esteban! jajaja
    bueno, creo que las dos entradas en el blog que les he dedicado lo dicen todo, no?? besazos! :D

    (yo tambien quiero un trio con adrianos! jajajajaja)
    ya hablaremos, ya (K)

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  4. jajajaja se han recorrido media valencia para conocerlos a todos jajaja luego dicen de mi jajajaj, pues me alegro mucho... el marido de Adrianos si es más tímido, pero es igual de genial que el.. y es una alegría.. yo que los tengo más a mano disfruto mucho de su compañía cuando salimos y es un verdadero placer..

    Pobres, mira que pensar de ellos eso vuestras madres jajajaja... en fin, ahora me da miedo irme por allí a conoceros jajajjaj

    Un beso cielo

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  5. ALEX: Mi madre no lo llegó a pensar, pero porque está curada de espanto. Mi armario empotrado se abrió hace ya más de 5 años y hemos vivido mucho! Muajajá.

    Si vienes, quédate más días en la capi que Adrianos & Marido y te podré enseñar bien la ciudad...!

    =)

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  6. ains, que te puedo decir yo ahora... ya te lo he dicho todo por los sms, y en mi entrada finalmente que estoy por publicar jejeje
    Que eres adorable y que espero verte de nuevo pronto en madrid en valencia en alemania y en muchos stios y ocasiones más.
    Besos (malcriados)

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  7. Ohhh...! Qué bobito! He de decirte que no tengo ni idea de por qué me mandas besos malcriados...! juN!

    :)

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  8. Vale, creo que ya he entendido -he vuelto a leer el artículo hoy...- lo de los besos malcriados. Qué fallo por mi parte no recordar ni lo que escribo... U.U

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  9. jajaja menos mal que no he tenido que explicartelo que retiraría eso de inteligente jajaja

    besos consentidos

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  10. ¡A mi que siempre me han querido tanto por ser la madre de Adrianos... que ahora me vengan a odiar sólo por no poder tenerle cerca!... vamos que esto es el mundo al revés como dice Eduardo Galeano.

    Besitos odiosos Roob de la madre canaria

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  11. Un placer recibir los comentarios de tan ilustre madre. Me quito el sombrero una vez más. Algún día me quitaré las gafas y todo... :)

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