Se supone que el 15 de agosto no se trabaja –a menos que seas bombero, policía, celador, taxista, camarero…- pero, en realidad, no considero este blog como un trabajo, aunque me haya tomado unas vacaciones que ni Ana Rosa Quintana. Por ello, hoy haré aquí una pequeña incursión con un artículo que, lejos de ser una denuncia por Odio, va a ser una denuncia por Nostalgia. Hoy celebramos el TodaslascosasqueNostalgia (qué horrible suena…).
Y es que cuando me he despertado, me he dispuesto a ver las audiencias de dos películas que vi este fin de semana. Pero, naturalmente, ninguna web me ofrecía semejante información, dado que ellos continúan de vacaciones. Una de las cintas era la mítica Moulin Rouge. Mi película preferida de todos los tiempos y tan brillantemente interpretada por Nicole Kidman, y todavía mejor interpretada por Baz Luhrmann.
Moulin Rouge es un fantástico musical ambientado en el barrio de Montmartre (París) a principios de 1900. La banda sonora es verdaderamente insuperable, y la ambientación y la historia de fondo son sublimes. Precisamente, quiero centrarme en la historia; en una historia particular que se desarrolla en la película. Concretamente en una escena de no más de cinco minutos que se da casi al principio de la cinta. Os hablo del pequeño caos que se forma entorno al Elefante, la sala mágica del Moulin Rouge en la que Satine (Nicole Kidman) recibe a sus pretendientes. Ahí os dejo el momentazo, luego viene el asunto:
Si tuvierais que describirme la secuencia, ¿cómo lo haríais? ¿Y en pocas palabras? Exacto, es imposible. El momentazo del “Spectacular, Spectacular” es tremendo de principio a fin. Y es indescriptible totalmente. Una escena más de la película que para mí, lejos de ser una fumada total (que también) es uno de los mejores números de Moulin Rouge. En él encontramos a todos los personajes principales. Todos. Si acaso, faltan un par de bailarines del Moulin Rouge, pero los verdaderamente importantes, están. Y no aparecen de cualquier manera.
En la canción de tres minutos se retrata a la perfección los roles de cada uno de ellos. Se entrevé el amor entre Christian y Satine, se adivinan las pérfidas intenciones del Duque, se describe la excesiva complacencia de Harold Zidler (el dueño del Moulin Rouge) y se muestran las rocambolescas situaciones que ofrecen los bohemios en la película. El Elefante queda como una perfecta exposición de la película. Pero todavía hay más. La canción “Spectacular, Spectacular” y cómo se desarrolla la escena cabría perfectamente en la novela teatral “Tres sombreros de copa”, de Miguel Mihura.
Es teatro del absurdo, básicamente. Adorable, entrañable y muy humorístico, si se sabe explicar… y si se sabe entender. Un circo enorme formado en una pequeña y barroca sala como el Elefante es el que Mihura nos describe en la habitación del hotel donde intenta pasar la noche el protagonista de “Tres sombreros de copa”. En la novela, Dionisio (el protagonista) se ve envuelto en una pelea entre cazadores, archiduques, bailarinas y personajes varios de la farándula que, finalmente, no lo dejan dormir. Y él se deja llevar, sin más. Igual que le ocurre al Duque, malvado pero inocentón, que se deja llevar por lo que el improvisado cuerpo de baile le va narrando.
Naturalmente, estas son sólo dos muestras de un tipo de humor, de narrativa al fin, que se está perdiendo. Se sigue escribiendo, por supuesto, pero no recibe los mismos honores. Ya les gustaría a muchos haber recibido los dos Óscar de Moulin Rouge. Sin embargo, el teatro del absurdo que os planteo hoy tiene un pequeño gran riesgo: si no se sabe utilizar, se pasa de una gran escena cómica a una ridícula parodia y sobreactuación que ninguna gracia hace. Y de eso sabe mucho el cine español. Ups.
Hoy sólo podemos encontrar escasas muestras de este absurdo, quizá, en los capítulos de La que se avecina; magnífica serie de Telecinco. Especialmente en las tres últimas temporadas y gracias al personaje de Estela Reynolds, que tan bien interpreta(ba) Antonia San Juan. Así pues, hoy no escribo un Odio como tal, que también, sino que el artículo de hoy tiene otra finalidad. Hoy abogo por más absurdeces. Hoy solicito, demando, suplico más situaciones rocambolescas. Y pido reconocimiento para ellas. Se lo ruego a los escritores, a los guionistas… y hasta al Papa, ya que viene a España, por si le dan a leer mi blog. Y también os lo dejo caer a vosotros, por si me recomendáis alguna película, serie, novela o derivado para que me entretenga un poco.
Os dejo, absurditos míos, por hoy. Vuelvo el miércoles. Y también el viernes. Y el domingo. Esta semana será un non-stop. Disfrutad de Moulin Rouge. Disfrutad de Mihura. De La Reynolds. De Ionesco. De tantos y tan buenos… Y, como siempre,
¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!
Roberto S. Caudet
Pues ya conozco el triste dato de Moulin Rouge en La Sexta (un dato un poco increíble, ciertamente...). Menos de 300.000 espectadores y sólo un 3,0% de audiencia.
ResponderEliminarhttp://www.formulatv.com/noticias/20873/audiencias-el-dorado-lidera-mientras-la-noria-cae-una-perores-marcas/
La audiencia es patética, si La Sexta 3 no se cansa de poner peliculones, y las ven tres gatos... Pero este país y su cultura es así de triste.
ResponderEliminarMoulin Rouge es amor. Ese momento es de mis favoritos. Pero no estoy de acuerdo con que no haya situaciones absurdas bien hechas. Yo creo que sí hay. Vamos, como heredero directo de Groucho Marx, Woody Allen las tiene. Porque este tipo de humor -y otros tantos-me parece que le deben toda la vida a los Marx.
Y joder, me da rabia, porque ahora solo se me vienen los Marx y Woody a la cabeza. Pero que no, que esto del absurdo, de la exageración, del descontrol y demás, sigue existiendo. No todos lo dominan, claro: pero es que a ver cuántos dominan tantas otras cosas...
Por cierto, antes que Nicole Kidman -por mucho que en esta película aún tuviera movilidad y tal y esté amor-, viva Ewan McGregor. Actorazo. Está tan tierno y adorable en esta película. Vamos, ves Trainspotting y ves esto, y no parece ni la misma persona. Actorazo, actorazo, actorazo.
ResponderEliminarMi debilidad es Nicole Kidman en la película, naturalmente. Adoro su cara que intenta gesticular pero no puede (aquí sí, como dices), adoro su voz, adoro sus movimientos, la adoro sin más. En cambio, detesto a Ewan McGregor. Jamás me ha gustado. Y encima lo encuentro muy feo. Y creo que le dan papeles para que se luzca demasiado y no lo logra nunca, aunque la crítica diga lo contrario tantas veces (vale, mátame xD).
ResponderEliminarY sí, La Sexta3 está siendo mi descubrimiento este verano (bueno, estas cortas vacaciones xD).