Larry
tiene 40 años, es de Estados Unidos y asegura
que ve en la oscuridad y que corre más rápido que el resto de humanos,
especialmente cuando sale a cazar por
las noches. Podría tratarse de un superhéroe, porque además no viste como
el resto de personas y ha sentido en su piel el rechazo de la sociedad. O,
mejor dicho, en su pelaje. Porque Larry asegura
que es un leopardo. Y así se hace llamar: Larry Leopardo.
La
obsesión de este estadounidense con los felinos no tiene límites. Su cuerpo está tatuado, en un 95% con
manchas, simulando las del
felino en cuestión. Hasta 1.000 puntos
negros decoran su cuerpo, ya que
sólo se salvan los párpados, las palmas de las manos y la planta de los
pies y, por alguna extraña razón, parte de su abdomen.
Su
afán enfermizo por convertirse en un leopardo lo han llevado a romper con toda
relación con su familia. De hecho, sólo
se habla con su mujer y con su hijo. Ni siquiera es un hombre muy apreciado
en Austin, la ciudad estadounidense donde vive. Eso sí, allí no hay nadie que
no sepa quién es. Porque Larry Leopardo (nacido Lanza Brieschke), acostumbra a
pasearse como un auténtico leopardo, y sólo
viste un pequeño taparrabos en color nude y, a veces, incluso gatea y
"obliga" a su mujer a que lo saque a pasear con una correa, por
si ataca a alguien.
Larry
no tiene muy claro cuánto ha podido gastarse en esta apariencia, ya que la gran
mayoría de tatuajes se los ha hecho él mismo. Porque su oficio es el de tatuador y, aquí sí, tiene una gran fama
impresionante. Quizá demasiada, porque Ruth, la madre de su hijo y su novia
desde hace siete años, asegura que hay veces en las que es "demasiado
amable" con sus fans y que "debería
establecer límites". Confiesa sentirse "molesta y celosa"
cuando su chico felino causa sensaciones positivas.
Empezó
tatuándose a los 20 años y, en contra de lo que opinaba su familia (cristiana
practicante y de padre militar, según asegura él mismo), terminó tatuándose la cara y sus genitales, lo que hizo que sus padres "lloraran al verlo" y le
dijesen que no querían volver a saber nada de él. Este drama se mantiene hasta hoy, aunque
Larry dice que, de vez en cuando, sí se llaman por teléfono.
Su
familia no es la única que lo ha rechazado por "profanar su cuerpo",
ya que hay una asociación religiosa en su mismo barrio que lo acusa de ser "el diablo". Pero Larry se lo toma a risa
y, de hecho, varias veces al año se ve obligado a retocar sus manchas porque
"desaparecen un poco con el sol". Quizá el Astro Rey sea su kryptonita...
¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!
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