La
cirugía estética empezó arreglando y devolviendo a su forma inicial (más o menos) esas heridas que nos han
desfigurado parte de nuestro cuerpo o de nuestro rostro en algún accidente, en otras operaciones o, incluso, en el parto. Esta cirugía evolucionó y aumentó su eficacia para ayudar a las personas
transexuales a que puedan sentirse a gusto con el cuerpo en el que debieron
nacer. Sin embargo, algunas personas han convertido su vida en una auténtica
obsesión por este tipo de operaciones que solventa pequeños o grandes complejos de
nuestro físico y no saben decir basta, como es el caso
de Monique Allen.
Esta
californiana de 58 años empezó
operándose de muy joven, cuando descubrió, siendo todavía un adolescente,
que su cuerpo, y especialmente su miembro sexual, no era el que le
correspondía. A los 22 años se lanzó a
la aventura para poder tener un físico que le hiciese sentir lo que
verdaderamente era: una mujer.
Sin
embargo, Monique Allen descubrió que su cuerpo todavía no terminaba de
gustarle, y entonces fue cuando empezó con los retoques, buscando siempre "soluciones rápidas" y pasando "por médicos clandestinos, seguramente en
la mitad de las ocasiones", asegura ella misma.
En su cuerpo hay más de 12 litros de silicona y
colágeno.
La californiana ha pasado por el
quirófano "más de 200 veces", aunque confiesa que "no
recuerdo más que 75, quizá unas más", por el efecto de tanta anestesia y
por el paso del tiempo. Esta obsesión por las inyecciones y el bisturí le ha
llevado a aparecer en varios medios británicos y estadounidenses, para
denunciar a los médicos clandestinos y a los malos cirujanos plásticos.
Su
lucha por cambiar su cuerpo le ha hecho pagar
más de 116.000 euros sólo en operaciones de pecho, labios y nariz; para las
que casi siempre ha confiado en el famoso médico John Reginald Brown, encarcelado
hace apenas unos años por homicidio, ya que uno de sus pacientes falleció
desangrado en su consulta sin que él lo llevase a un hospital de urgencia.
La
familia de Monique le ha aconsejado que "deje de operarse", aunque
ella insiste en volver a pasar
"sólo una vez más" por el quirófano para retocar de nuevo su nariz,
ya que "echa de menos" su forma inicial. "Sé que no pueden
hacerlo, entiendo que es imposible, pero necesito una operación más", dice
la californiana en un vídeo de YouTube, entrevistada por un medio británico
esta misma semana.
Actualmente
trabaja como Dj en fiestas y eventos varios y es conocida como Monique
Glamorous, aunque en su país natal, Estados Unidos, la mayoría de gente la
conoce por ser el transexual más antiguo
de la nación, al menos oficialmente acreditado. En su cuerpo se suman 9
operaciones de pecho, 23 de nariz y otras 19 en sus labios; "más otras
decenas de retoques en esos mismos sitios, y en el mentón, en los
párpados...". Ahora su misión es intentar que las mujeres "no vivan
su infierno" y sepan que la cirugía rápida y clandestina puede acarrear
"este resultado". Sirva este blog como plataforma…
¡Y
FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!
Y así era Monique Glamorous antes de las 200 operaciones... Y no, no es broma:
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