lunes, 17 de junio de 2013

Cristiano Ronaldo, al borde de la vigorexia




Cristiano Ronaldo vuelve a ser portada y objetivo de los diarios y las televisiones. Y no es precisamente por su juego en el campo, sino por lo que medio mundo desea ver cuando acaba cada partido suyo. Exacto. Al jugador quitándose la camiseta y luciendo palmito, con abdominales que quitan el hipo y una piel morena tan bronceada que es la envidia de los amantes de las siestas en la playa. Eso sí, estas ultimas imágenes nos han dejado de piedra.

La afición por el gimnasio de Cristiano Ronaldo es algo que hemos conocido siempre. Desde bien joven se le ha visto luciendo figura –y qué figura-. Unas piernas grandes y fuertes y un torso perfecto, capaz de competir con culturistas aficionados. Ahora bien, quizá ese culto al cuerpo se le ha escapado un poquito y su trabajo con las máquinas se le ha ido de las manos. Porque la anchura de sus hombros está tan poco compensada con la de su cintura que el madridista parece una pirámide a la inversa, un muñeco de acción de cómic.

Sólo hay una cosa que a Ronaldo le guste más que pasarse horas ejercitando su cuerpo y, probablemente, no sea jugar al fútbol, sino exhibirse. Está encantado de conocerse y de que le conozcamos. No tiene problemas en hablar con total sinceridad (la suya propia, con esa realidad a veces distorsionada que nos muestra) de rivales, de compañeros de equipo y de cualquiera que se le cruce por delante. Eso sí, destaquemos que todos son –somos- inferiores a él y, además, le tienen envidia por guapo, por buen futbolista y por rico.

Cierto es que ostenta varios premios futbolísticos individuales (aunque el Balón de Oro se le escapa últimamente), y es uno de los jugadores que más cobra. Claro que no lo derrocha en buen gusto. Ni es acertado su bañador ni tampoco el estilismo con el que luego pasea por el puerto donde lo han pillado. Su look de machoman que todo lo puede roza ya el gangsterismo. Y me parece un desfase. Cristiano está ya casi al borde de la vigorexia. Me preocupa.

Pero, por si no queríamos caldo, encima se nos tiñe de rubio. ¿Alguien ha notado una evolución en Cristiano Ronaldo de finales de los 90 para aquí? Porque yo no. Una lástima que alguien que se vende solo tienda tanto a los excesos, a venderse mal, a mostrar una imagen que, claramente, le resta puntos. Quizá la culpa también sea nuestra, por entrarle al juego. Pero, en el fondo, esta relación amor-odio le encanta. Me encanta. Nos encanta a todos. Y su cuerpazo, también. Y aún quedan tres meses de verano…

¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!



1 comentario:

  1. CUANDO CRISTIANO RONALDO SALTA AL TERRENO DE JUEGO, EL CESPED SE CORRE.

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