El último invento en Reality Shows ya ha cerrado sus puertas. Las Joyas de la Corona dijeron adiós anoche en Telecinco, ante poco más de dos millones de espectadores (2.000.000) y una audiencia del 15%. La Gala de ayer fue la más vista de todo el concurso, que ha terminado con una media del 13% y algo menos de millón y medio de espectadores. Probablemente, sea el mayor fracaso emitido en la cadena respecto a los programas de telerrealidad, y es que las Joyas en realidad eran cristal pintado, y la Corona de hojalata. El resultado final cayó por su propio peso.
El concurso empezó este verano como una academia de refinamiento en la que participarían 12 jóvenes, abiertamente vulgares, con una doble finalidad: por un lado, se pretendía pulir a cada una de estas personalidades y que aprendieran cómo estar en una mesa, en una reunión, cómo presentarse en público, cómo vestirse para cada ocasión… Y por otro, el concursante que lograse alzarse con el título de ganador, se llevaría un premio económico de 20.000 euros.
Las Joyas de la Corona, que fue el nombre con el que empezó esta “aventura”, iba de programa elegante, aunque perdió la supuesta seña conforme pasaron las semanas y la audiencia no respondió. Al final ha terminado siendo la versión repipi del Curso del 63 que emitió hace unos meses Antena 3 con unos resultados que ya quisiera haber tenido Telecinco. El concurso perdió su identidad para pasar a ser un Gran Hermano en el que los concursantes pasaban el tiempo fingiendo que atendían a unos profesores que fingían que les enseñaban a comportarse. Lo único que se ha visto al final del programa ha sido un cambio estético en la mayoría de ellos, y porque les han cortado el pelo y ahora los visten de Prada y Gucci.
El equipo profesional con el que contaban los concursantes estaba formado por cuatro profesores y una directora, a saber: Nacho Montes, mariquita mala y soberbia, periodista de moda que trabaja en La Cope y conocido en televisión por participar en el Debate de Gran Hermano 11; Mariasela Álvarez, Miss Universo en el año de la polka, y poco más; Bárbara de Senillosa, la profesora que ya les corregía las maneras en la mesa a los concursantes de OT en Televisión Española; y José Liberto de la Franca, el jefe de prensa de Luis Alfonso de Borbón, conocido también como el que todavía espera para reinar Francia, si un día deciden volver a tener Monarca. Un lujoso ramillete de flores cuyo centro era Carmen Lomana.
Carmen Lomana es esa señora rica que un día decidió ser famosa y empezar a salir en los medios, porque estaba harta de gastar su dinero y que en DEC no hicieran un programa al respecto. Así, de la noche a la mañana, se convirtió en la pijísima de España, en concursante de Más que baile, también en Telecinco, donde descubrieron que la personalidad pasota de Carmen Lomana daba mucho juego. Ella es una mujer culta, con maneras excesivamente refinadas, y con una liquidez que ya quisieran algunas cajas de España. Sin embargo, esta señora es consciente de que no depende de nadie y no duda en azotar a los que considera malotes de la tele, ni tampoco tiene reparos en soltar perlas en “su” programa, como la que resaltaré a continuación:
“Estos ocho chicos (refiriéndose a los concursantes que quedaban) son unos inconscientes totales. Hay cosas que uno debe saber para poder ser persona, y ellos no saben de casi nada. Yo me quedo espeluznada al saber que no distinguen el románico y el gótico, y así uno no puede ir por la vida, porque no te enterarías de nada”.
Aunque a mí La Lomana me encanta, reconozco que ha sido una vendida más… Y es que el programa no ha sabido esconder sus trucos de magia, y sus artimañas quedaron visibles demasiado pronto. En todo momento eran los cuatro profesores fijos los que nominaban, cada uno, a uno de los concursantes. Carmen Lomana salvaba luego a dos de ellos y los otros dos terminaban batiéndose en un duelo de preguntas culturales para decidir quién sabía menos y, por tanto, se iba. Las normas podían ser justas, siempre hasta cierto punto… Y es que los profesores, la organización, o quién-sabe-quién, decidió sacar unos ases de la manga que se revolvieron.
Empezaron a dejar nominados a uno de los que más conocimientos demostraban, y a otro cualquiera. Es lógico que así expulsaban al otro cualquiera, y el concurso seguía su marcha, sin saber muy bien por qué había algunos protegidos a los que nunca nominaban ni ponían en zona de riesgo final. La única sorpresa del concurso la dio Julián Escamilla, uno de los concursantes “aventajados” en cultura que, en su zona de riesgo y nominado con Gisele, decidió no responder a ninguna de las preguntas. Y entonces llegó el colofón esa noche: los profesores, todos a una, le pedían que contestara, que estaban seguros de que se sabía las respuestas y podía salvarse. ¿Estamos todos locos? ¡Los propios profesores estaban pidiéndole a Julián, abiertamente, que expulsara a Gisele!
Por si a alguien le quedaban dudas, los profesores las resolvieron con un arte impropio de alguien que enseña buenas maneras. Poco les faltó para amordazar a Gisele para que no respondiera nada y pudieran ingeniárselas para expulsarla de otro modo. Quizá por la vergüenza pública que habían ocasionado, o quizá por los pésimos resultados de audiencia, y los nulos beneficios por parte de las llamadas telefónicas para salvar o expulsar, ya que no existían, después del espectáculo de Julián y Gisele, el concurso adelantó su final a dos semanas después.
Esas dos semanas de trance, la Organización se inventó lo imposible para aumentar la expectación y que el percance con su concursante rebelde se olvidase: se las ingeniaron para meter en el programa a la mejor amiga de Lara Estevan, la participante más bruta, en el concurso (Lara sería expulsada a la semana siguiente) y también a Tatiana Malyshkina, una de las concursantes más polémicas de Gran Hermano 11. La audiencia se les seguía escapando de las manos… unas manos que ya estaban demasiado sucias como para intentar fingir ser inocentes. Así, anoche se emitió la final adelantada, entre seis aspirantes.
Los concursantes que llegaron anoche a la final, lo único que han logrado enseñar al poco público que creía en ellos es que siguen siendo incultos, o muy bobos, o unos grandes actores: Que el Danubio es un río vasco, que el Guadalquivir pasa por Rusia, que Alberto Ruiz Gallardón es el Alcalde de la Comunidad de Madrid, que Lujuria es una forma de tocarse el pelo y que Decoro es la forma en la que se distribuyen los muebles en una casa son sólo algunos de los ejemplos de conocimiento que han mostrado las joyitas durante el programa. Los más listos optaban por callarse, en lugar de ser naturales, y los más televisivos quisieron aprovechar el tirón por si los llaman para algún programa de marujeo.
Y es que la propia organización del concurso olvidó para qué habían hecho el programa –o para qué habían dicho que lo hacían- y se limitó a emitir los videos en los que unos y otros se ponían a caldo, se insultaban y se peleaban por ver quién se tiraba un pedo más largo o quién tenía más piercings en la cara. Atrás quedaron las dos primeras Galas en las que se veían las clases que recibían e, incluso, se podía aprender algo de protocolo, de moda y de vocabulario. Hasta el último video reflejó que la única evolución de los concursantes ha sido que antes se “cagaban en Dios” y ahora lo hacían en “Su Eminencia”. Lamentable el espectáculo ofrecido.
La final, como no podía ser de otra manera, y sin la presencia (voluntaria) de Julián Escamilla, también demostró la mala calidad de los guiones y el poco sentido que tenía ya el programa: rápidamente fueron expulsadas por los profesores Gisele (la mítica Gisele salvada por sus compañeros) y Virginia, la única que sabía quiénes son los presidentes del Gobierno de todos los países de Latinoamérica, la única que supo diferenciar a Mª Dolores de Cospedal con Trinidad Jiménez, y la única también que sabía que Las Meninas no eran Las Tres Meninas ni tampoco Las Tres Mellizas. Y que era un cuadro de Velázquez y no de Goya.
Así, quedaron cuatro concursantes en la palestra, aunque Carmen Lomana se deshizo también de otros dos, pasados cinco minutos. Los últimos dos finalistas –Pepe y Azahara- se batieron en duelo de conocimientos, y ganó esta última al acertar (ayudada) sus tres preguntas y al fallar Pepe su primera (aseguró que La Rioja no tiene capital porque es una ciudad en sí misma, y olé). Azahara se convirtió anoche, pues, en la primera ganadora de Las Joyas de la Corona, y no sabemos si también será la última, aunque Jordi González, el presentador del concurso, despidió a los espectadores hasta el próximo verano. Azahara contestó anoche, dudosa, sobre qué hará con sus 20.000 euros que ha ganado. Aunque al principio quería invertirlos a plazo fijo para la hija que tiene de dos años, también comentó la posibilidad de gastarse el dinero en un aumento de pecho. No digo más.
Hoy, mi Odio va para el programa Las Joyas de la Corona y su evolución degenerativa hasta momentos de auténtica vergüenza ajena y de espectáculos lamentables. A los profesores que, siendo verdaderos profesionales, se han vendido y han acabado “peleándose” entre ellos para aumentar el show televisivo. A los concursantes que siguieron formando parte de él a sabiendas de que no tenían posibilidades de ganar, descubierta ya la trampa. Y a mí mismo por haberme jurado dejar de ver el programa después de la autoexpulsión de Julián Escamilla, y seguir viéndolo.
Desde aquí le mando también un abrazo enorme a Julián, que sé que va a leer el artículo rápidamente. Y a Montxo, ahora que sabe que su Comunidad Autónoma ha dejado de tener capital. A todos los demás, MasterCard. Digo… ¡FELIZ DÍA DEL ODIO!
Roberto S. Caudet