Tres míseros botones. Ni siquiera tenía 8 centímetros de largo. La pantalla era en blanco y negro. Pero Bandai supo introducirnos en el mundo digital e interactivo hace hoy quince años. Señoras, señores, pónganse sus mejores galas. Metan en la nevera sus botellas de champagne más caras. Vayan a por el pastel más dulce. Hoy Tamagotchi cumple 15 años. ¡Felicidades!
Visto con la perspectiva de los años, nadie sabe muy bien cuál era su encanto. Pero lo cierto es que nos enganchó a todos. Un pequeño huevo de colores imposibles, al más puro estilo Agatha Ruiz de la Prada; y un bichito dentro, un marcianito que requería de nuestra ayuda para comer, jugar y hasta para dormir. Nuestra pequeña mascota virtual que, además, evolucionaba como los Pokémon. Claro que por entonces, en España no existían los Pokémon… Lo más curioso de las evoluciones del Tamagotchi es que no estaban establecidas. Sí, ésa era verdaderamente su magia.
Según el propio manual de instrucciones, los Tamagotchi evolucionaban según los tratásemos: si hacíamos buen uso de ellos y estábamos atentos, nos saldría el “más mono”; si por el contrario, no le prestábamos atención o lo malcriábamos exageradamente, nos saldría un “bicho feo”. Personalmente, y creo que no soy el único, jamás entendí si realmente esas fases evolutivas eran así o hacían lo que les daba la gana, porque el mío cambiaba de forma de manera aleatoria y sin sentido alguno.
Como decía, sólo tenía tres botones. Tres míseros botoncillos. Y la pantalla estaba especialmente pixelada y sólo se veía en blanco y negro. Por no hablar del pitido ensordecedor que emitía cuando el Tamagotchi reclamaba nuestra atención: “pi píii, pi píiii, pi píiiiiiiii…!!!!!!!!” Si hay algo que tengo claro en esta vida es que el ruido del microondas lo extrajeron de la misma idea que el del Tamagotchi. Qué horror. Hasta la voz de María Jiménez suena más armoniosa.
Fue un éxito mundial. 78 millones de Tamagotchis se han logrado vender en estos quince años de vida. Lo cual es especialmente curioso porque el bichito sólo vivía 25 días. Y eso como mucho. La primera vez pillabas una depresión del quince. Peor que cuando vuelves a ver a Leonardo di Caprio en el cine después de haber pensado que realmente se murió en el Titanic. Sí, esto era mucho peor. Pero luego ya te hacía gracia. Tenías un bicho nuevo cada mes. Y si lo tratabas realmente mal, un bicho nuevo cada semana. Y a fardar con los amigos.
- No, el mío es el original. De Bandai, a mis padres les ha costado una barbaridad.
- Bueno, pues el mío es del todo a cien (no existían los chinos en 1996, lo siento) y no será original, pero lo puedo convertir en 16 animales diferentes.
- ¿Pero te reclama con un pitido de mierda ensordecedor?
- No…
- Bah, entonces no molas nada…
Se creó un rap, el “Tamagotchi dance”. Había juego para la Nintendo. Sacaron versiones más interactivas todavía. Acaparaba las portadas de los catálogos de juguetes de Navidad…
Esta mañana Bandai ha sacado a la venta en Japón una versión especial, el “Tamagotchi iD 15th Anniversary”, para celebrar su cumpleaños. Es éste que veis a la izquierda, el rosita. Por unos 48 euros (¿Quién dijo crisis?) se puede adquirir y jugar con hasta 32 personajes diferentes. A través de descargas para el móvil puede actualizarse constantemente. ¿A qué esperáis para compraros uno? Yo estoy buscando ya las pilas de botón –dos, concretamente- para luego buscar uno de mis tres Tamagotchis y ponérselas. Mola mogollón. Cuando suene en el autobús y todo el mundo piense que es mi BlackBerry… Sacaré mi Tamagotchi y los dejaré a todos muertos. Fantástico. ¡Fantástico!
Si es que, qué inocentes éramos allá por los 90. Nuestros profesores se volvieron locos y reclamaban a nuestros padres: “nada de Tamagotchis en clase. Tamagotchi que pite, Tamagotchi que requiso”. Y así era. Recuerdo que mi madre –y el resto de las madres de mis amigos de clase- eran las encargadas de cuidarnos a los bichitos en horario escolar. Y en cuanto venían a recogernos, la frase no era: “mamá, te quiero, buenas tardes”. Qué va. La frase mítica era:
“¿Ha evolucionado ya mi Tamagotchi?”
Desde luego, a quién le preguntasen en 1996 si el Tamagotchi evolucionaría a una descarga de un teléfono móvil, no hubiera sabido qué responder. Qué tiempos aquellos. O como diría La Campos, ¡qué tiempo tan feliz!
¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!
Roberto S. Caudet