El diario El Mundo desvela hoy en exclusiva unas grabaciones
que la madrugada de Nochevieja realizaron amigas de las fallecidas en el Madrid
Arena a los servicios de emergencia. Una de ellas es especialmente alarmante.
No sólo por la llamada en sí (una chica, probablemente ebria, llamando al SAMUR
e implorando que una ambulancia acuda a auxiliar a su amiga, que está
inconsciente debido a la avalancha) sino que lo desquiciante es la reacción del
“teleoperador” que la “atiende”. Y digo “teleoperador” porque aunque el hombre
ejerce de ello dice no estar preparado para su trabajo. Y digo “atiende” por no
decir que se burla de ella en toda su cara y casi le pone hasta los villancicos de
Las Nancys Rubias.
Os la redacto un poco:
La amiga de una de las fallecidas: “Buenas noches, llamo
porque una amiga está inconsciente en el Madrid Arena, en la Casa de Campo de Madrid. La
han chafado, ha habido una avalancha”.
Operador: “Muy bien. Tendréis que sacarla como podáis”.
La amiga: “Se está muriendo”.
Operador: “Sí, se está muriendo…”
La primera vez que he escuchado la grabación he pensado que
se trataba de un auténtico imbécil que atiende el teléfono del SAMUR de Madrid
cuando podría estar en medio de un desierto rodeado por miles de cuervos
picoteándole los ojos. Luego he reflexionado y he pensado que es un auténtico
desalmado, insolente e inhumano que, a disgusto con su trabajo y harto de las
llamadas de otras personas por coma etílico, decide desatender la llamada de auxilio
y mofarse de una chica que, claramente, está desorientada al ver a su amiga
desmayada a causa de una avalancha que la ha aplastado.
He vuelto a escuchar la grabación. La pobre amiga de una de
las fallecidas en el Madrid Arena gritando a sus amigos las órdenes que le daba
este despreciable ser desde su sillita calentita del SAMUR mientras le decía al
hombre, probablemente entre sollozos, que su amiga estaba inconsciente. Y el
muy gilipollas sólo osa decir. “Sí, se está muriendo…”. A mí se me caería la
cara de vergüenza de cobrar por atender en un servicio público de emergencias y
responder a la gente con vacilaciones y risas. Llame quien llame, en el estado
en el que llame y lo que quiera decir, nadie, y repito, nadie, con dos dedos de
frente contestaría así a una chica. Y más cuando es evidente que por su estado
de nerviosismo, la chica de la llamada no está fingiendo ni exagerando.
Pero este ser va más allá. Hoy llama a una radio para “defenderse”. Asegura en directo que él es “técnico conductor de ambulancia” y
que está atendiendo al teléfono del SAMUR “prácticamente forzoso”. Bien. Esto
lo aclara todo. Es evidente que como el hombre no se licenció en “Atención de
llamadas Urgentes” no sabe cómo reaccionar ante esta situación. Y,
naturalmente, él sólo está capacitado para coger ambulancias (imagino que
ambulancias turísticas de paseo, porque de lo contrario se habrá enfrentado más
de una vez a un caos similar). Pero tiene razón. No está capacitado para
ejercer ese puesto de trabajo. Y por ello, como es natural, pido desde hoy que
lo despidan. Que no trabaje más. Al menos no atendiendo a nadie por teléfono y
en caso de emergencias. Pobre. Hay que entenderlo, ¿verdad? es el único hombre del planeta
que trabaja en algo de lo que no ha estudiado ni se ha formado (……).
Nadie le ha pedido que leyese el futuro a la chica de la
llamada. Ni que la orientase calle por calle hasta un punto de fácil acceso. Ni
que la ayudase a reanimar a su amiga, paso por paso, vía teléfono. Sólo se le
pide un poco de humanidad, de paciencia y de buenas formas. Un poco de saber
estar y de lógica. De coherencia y de cordura. Que ubicase a la chica. Que
comprobase qué estaba pasando en el Madrid Arena y que le preguntase qué
estaban haciendo allí. Si había más heridos. Si había más gente desmayada. Si
tenía sangre. Si respiraba…
Auténtico mal nacido. Ojala no le pase nunca a él. Y ojala
no me tenga a mí al otro lado del teléfono. Ni a ninguno de los familiares y
amigos de las cuatro chicas fallecidas. Nunca me he pronunciado sobre la
tragedia ni lo haré. Allí fallaron todos. Del primero al último. Pero lo último
que uno se espera es que, además de despreocuparse de su trabajo y seguridad,
cuando llamas a un servicio médico de emergencia también se burlen de ti. Qué vergüenza de sociedad.
EL ODIO HA VUELTO.
FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS.