jueves, 3 de enero de 2013

Mofándose desde el SAMUR




El diario El Mundo desvela hoy en exclusiva unas grabaciones que la madrugada de Nochevieja realizaron amigas de las fallecidas en el Madrid Arena a los servicios de emergencia. Una de ellas es especialmente alarmante. No sólo por la llamada en sí (una chica, probablemente ebria, llamando al SAMUR e implorando que una ambulancia acuda a auxiliar a su amiga, que está inconsciente debido a la avalancha) sino que lo desquiciante es la reacción del “teleoperador” que la “atiende”. Y digo “teleoperador” porque aunque el hombre ejerce de ello dice no estar preparado para su trabajo. Y digo “atiende” por no decir que se burla de ella en toda su cara y casi le pone hasta los villancicos de Las Nancys Rubias.


Os la redacto un poco:

La amiga de una de las fallecidas: Buenas noches, llamo porque una amiga está inconsciente en el Madrid Arena, en la Casa de Campo de Madrid. La han chafado, ha habido una avalancha”.

Operador: Muy bien. Tendréis que sacarla como podáis”.

La amiga: Se está muriendo”.

Operador: Sí, se está muriendo…

La primera vez que he escuchado la grabación he pensado que se trataba de un auténtico imbécil que atiende el teléfono del SAMUR de Madrid cuando podría estar en medio de un desierto rodeado por miles de cuervos picoteándole los ojos. Luego he reflexionado y he pensado que es un auténtico desalmado, insolente e inhumano que, a disgusto con su trabajo y harto de las llamadas de otras personas por coma etílico, decide desatender la llamada de auxilio y mofarse de una chica que, claramente, está desorientada al ver a su amiga desmayada a causa de una avalancha que la ha aplastado.

He vuelto a escuchar la grabación. La pobre amiga de una de las fallecidas en el Madrid Arena gritando a sus amigos las órdenes que le daba este despreciable ser desde su sillita calentita del SAMUR mientras le decía al hombre, probablemente entre sollozos, que su amiga estaba inconsciente. Y el muy gilipollas sólo osa decir. “Sí, se está muriendo…”. A mí se me caería la cara de vergüenza de cobrar por atender en un servicio público de emergencias y responder a la gente con vacilaciones y risas. Llame quien llame, en el estado en el que llame y lo que quiera decir, nadie, y repito, nadie, con dos dedos de frente contestaría así a una chica. Y más cuando es evidente que por su estado de nerviosismo, la chica de la llamada no está fingiendo ni exagerando.


Pero este ser va más allá. Hoy llama a una radio para “defenderse”. Asegura en directo que él es “técnico conductor de ambulancia” y que está atendiendo al teléfono del SAMUR “prácticamente forzoso”. Bien. Esto lo aclara todo. Es evidente que como el hombre no se licenció en “Atención de llamadas Urgentes” no sabe cómo reaccionar ante esta situación. Y, naturalmente, él sólo está capacitado para coger ambulancias (imagino que ambulancias turísticas de paseo, porque de lo contrario se habrá enfrentado más de una vez a un caos similar). Pero tiene razón. No está capacitado para ejercer ese puesto de trabajo. Y por ello, como es natural, pido desde hoy que lo despidan. Que no trabaje más. Al menos no atendiendo a nadie por teléfono y en caso de emergencias. Pobre. Hay que entenderlo, ¿verdad? es el único hombre del planeta que trabaja en algo de lo que no ha estudiado ni se ha formado (……).

Nadie le ha pedido que leyese el futuro a la chica de la llamada. Ni que la orientase calle por calle hasta un punto de fácil acceso. Ni que la ayudase a reanimar a su amiga, paso por paso, vía teléfono. Sólo se le pide un poco de humanidad, de paciencia y de buenas formas. Un poco de saber estar y de lógica. De coherencia y de cordura. Que ubicase a la chica. Que comprobase qué estaba pasando en el Madrid Arena y que le preguntase qué estaban haciendo allí. Si había más heridos. Si había más gente desmayada. Si tenía sangre. Si respiraba…

Auténtico mal nacido. Ojala no le pase nunca a él. Y ojala no me tenga a mí al otro lado del teléfono. Ni a ninguno de los familiares y amigos de las cuatro chicas fallecidas. Nunca me he pronunciado sobre la tragedia ni lo haré. Allí fallaron todos. Del primero al último. Pero lo último que uno se espera es que, además de despreocuparse de su trabajo y seguridad, cuando llamas a un servicio médico de emergencia también se burlen de ti. Qué vergüenza de sociedad.

EL ODIO HA VUELTO.

FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS.