(Guiño de la foto principal para mi querido Adrianos)
Si anoche, finalmente, visteis Eurovisión, seguramente las palabras que os vendrían la cabeza, conforme fueran pasando los minutos, las canciones y las votaciones, serían Consternación, Decepción, Incredibilidad, Incomprensibilidad, Bochorno, Injusticia… Oslo 2010 se recordará, al menos en mi casa y el blog del Odio, como el PEOR festival de la historia de Eurovisión. Los participantes parecían sacados de algún lugar donde no conocen la afinación, la organización permitió un momento espontáneo y las votaciones eran del todo menos lógicas. Hasta Uribarri lo hizo peor que nunca. Sin más, que empiece la función. COMENZAMOS.
Azerbaiyán salía en primer lugar. Safura y su meñique power tuvieron la mirada perdida durante toda la canción, como ya nos tenía acostumbrados de los ensayos y la Semifinal. El coreógrafo de Beyonce ya se lo podía haber currado más. Sin embargo, supo reconvertir sus gallos del jueves y se creció bastante. De cinco que éramos en mi casa, sólo uno la vio ganadora. Sin más.
Tras ella, España. “Algo pequeñito” salió al escenario como un claro homenaje al fallecido Ángel Cristo –guiño a Teresa, ella me entiende-. Daniel Diges y el resto del grupo se merecieron un primer puesto por el temple, la profesionalidad y la serenidad que tuvieron a partir del primer minuto de la canción, en la que un espontáneo apareció al escenario y comenzó a imitar el baile circense. La primera vez que ocurre tal cosa en Eurovisión. Aquello si fue vergonzoso y no las orejas del suizo. Ni se inmutaron nuestros representantes ni tampoco la organización noruega supo qué hacer hasta pasados diez o quince segundos de bochorno. Un espectáculo lamentable que se intentó corregir de buena manera. Yo, sin duda, habría parado la actuación en ese momento y la habría vuelto a repetir.
La presentadora salió poco después a explicar lo sucedido y España volvió a actuar en el puesto 26. Sólo nosotros y la ganadora actuamos dos veces. Muajaja. Me habría encantado, y lo digo en serio, escuchar a los comentaristas europeos decirles a sus espectadores lo que estaba ocurriendo y lo que nos habían hecho. Nos porque éramos nosotros, aunque supongo que podría haber sido cualquier otro país -la prensa sueca, noruega y también la española dicen que no, pero yo me niego a pensarlo-. Al margen del terrible momento, Daniel desafinó en su último agudo en su primera actuación, pero en la segunda estuvo soberbio, pese a los nervios que llevaría. En Roob’s Home, o sea, mi casa, también una persona quería que ganase España. Ilusa.
En tercer lugar, aunque con el sobresalto encima, salió Noruega, el país anfitrión. Salieron a por todas y con un control de Didrik sobre las cámaras impresionante. La actuación fue de sobresaliente, aunque los primeros segundos de canción Didrik tuviera la voz excesivamente ronca. Tres éramos los que nos hubiera gustado que ganara Noruega otra vez. Impecables agudos, este año ninguno entendíamos nada de lo que ocurría en las votaciones.
Los moldavos salieron cuartos. La actuación, como ya he dicho, está bien para escucharla de fiesta pero poco más. Todos coincidimos en que la canción habría ganado si sólo la cantase ella. O alguno de sus pechos. Porque por poco no los vemos en pantalla. Desfase de Moldavia. Ninguno la vimos con posibilidades.
En quinto puesto, Chipre. Momento cigarro, pis, coger algo de comer o lo que hiciese falta para no seguir viendo la penosa actuación. Aburrida a más no poder, los chipriotas no supieron aprovechar las posibilidades de la canción…
Los siguientes en salir fueron Bosnia & Herzegovina. Como el cigarro no se había consumido, éramos muchos para dos baños y de normal no comes en tres minutos, las charlas continuaron. Qué dos actuaciones tan fatales, la anterior y ésta. En fin.
Mi querido Tom Dice salió séptimo a representar a Bélgica. El primero en salir sólo al escenario, por cierto. A algunos la actuación pudo parecerles aburrida, el típico baladón de Álex Ubago cantando de manera internacional. Los amantes de la música y los profesionales de la misma –me refiero ahora mismo a Pilar Tabares-, coincidimos en que la canción era “perfecta para disfrutarla en casa o en el coche en un momento adecuado”. Tabares la vio como yo. Un temazo con una calidad impresionante. Pero no para el festival, donde se quedaba a medio camino.
El señor Andrógino de Serbia fue octavo. Mis amigos, todos, en masa, me preguntaron rápidamente si llevaba peluca. Y si era un chico. Y si ésa era su voz. Qué más daba. Una canción absolutamente festiva, fresca y muy divertida. Milan fue ahogándose conforme saltaba pero aún así no pegó los berridos de sus compañeros. Entiendo que a algunos les pareciera freak. A mí me encantó.
Siguiente, Bielorrusia. No consiguieron tampoco esta vez la armonía que requería el tema. Ellas lo hicieron bastante mejor que ellos, y el cantante principal me resultó más desagradable que de costumbre. Como dije, se clasificó por los votos fáciles, pero ahí se quedó. Por cierto, bravísimo el comentario de Uribarri: “Que nadie se duerma, que Bielorrusia tendrá muchos votos hoy”. Como sabéis, quedaron penúltimos.
Irlanda salió décima. Aquí Uribarri estuvo más acertado porque no recordaba que la misma cantante irlandesa de este año fue la última en ganar por su país en 1993. Gracias, bonico. La balada estuvo bien interpretada y cantada de principio a fin. Teníamos en el escenario a la profesionalidad escrita a fuego. Y por fin Niamh pudo hacer ese último agudo de la canción que en la semifinal le dio problemas. Una actuación brillante.
Grecia fue la siguiente. El último resquicio de esperanza que tuve durante las votaciones. Pero tampoco. La actuación griega fue la mejor de la noche, indiscutiblemente. Aunque Giorgos estaba algo fuera de lugar –nunca tanto como la alemana- su coro ayudó a que todo el mundo acabara cantando OPA! en los estribillos. Toda la fuerza necesaria sobre el escenario, Grecia lo dio todo. Muy buena la sorpresa de los tambores, por cierto. Si os fijasteis, los chulazos salieron más descamisados que de costumbre. En fin. Los mejores, otro año más.
Luego vino el señorito inglés. La puesta en escena todavía reforzaba más mi teoría de que Reino Unido se creía que estábamos en Operación Triunfo. Una canción horrible, un cantante que se sabe niño mono, una voz del montón se suplieron con una coreografía y un decorado no apto para gente con criterio. No hubo nada que me gustara en la actuación, lo siento. Y también desafinó al final, por cierto.
Mi amiga la de Georgia actuó después de la conexión de RTVE con Daniel Diges, absolutamente necesaria. Conexión que, si hubiera durado más tiempo, habría hecho llorar a nuestro representante. Mi queridísima Sofia actuó de manera excepcional. A mis amigas les encantó su vestido, a mis amigos les pareció fea. A mí me pareció de lo mejor de la noche. Para mí, con permiso de los griegos, fue La Actuación. La Ganadora. La mejor puesta en escena, la mejor voz sobre el escenario y también la mejor interpretación. Absolutamente genial.
Turquía fue la siguiente. Mientras Uribarri hablaba, yo comentaba que se habían sacado partido los turcos como nadie. Que tenían unos juegos de luces impresionantes y que la puesta en escena era impactante aunque no innovara nada. Yo avisé: tiene muchas posibilidades de ganar. Eran una versión oscura pero light de Lordi. Y tuvieron unos resultados similares. Sigue sin convencerme la canción, pero desde luego, logró diferenciarse y abrirse camino.
Albania vino después. Y no salió en el mejor momento. Por un lado había habido unas grandísimas puestas en escena justo antes, y por otro, estábamos todos expectantes a los dos siguientes países, de los favoritos a priori. Así pues, mi pobre Juliana pasó desapercibida. Mi amiga Ana, no obstante, no dejó de bailarla y yo me atreví a cantarla en el último estribillo. En cualquier caso, perdió esa garra que tuvo en la semifinal y ella misma se quedó un poco atrás de su competencia. It’s allll about youuu!!!
Islandia. Mi querida Hera. Mi amada Hera. Mi tratada injustamente, Hera. La canción era muy disco, muy fresca, muy eurovisiva. La cantante era muy disco, muy buena, y muy afinada. Falló la puesta en escena, como ya avisaba desde los primeros comentarios a las canciones. A Hera había que hacerla bailar o que lo hiciese su coro por ella. Supongo que ése fue el golpe que la dejó de las últimas. A mí me pareció la decepción de la noche. Qué horror. No me lo termino de creer, lo siento.
Y luego, Ucrania. Uribarri comentó –gracias, Ulibarri- el incidente de la canción ucraniana con Eurovisión. Por fin se mete en algo más polémico que decirnos si alguien lleva liga o canta desde los cuatro años. En mi casa todos coincidimos en que fue la señorita Alyosha tiene voz como para parar un tren. Y que hizo genial en salir sola. Estaba como en un gran concierto y se lució perfectamente. Muy bien por Ucrania que al final logró enamorarme. Chapó.
ALLEZ, OLLA, OLÉ! ¿Quién no bailó anoche la canción francesa? ¿Quién no se quedó pegado a la pantalla? ¿A quién no le pareció genialísima a la máxima potencia? Yo siempre la tuve entre mis favoritas y me dolió en el alma que sólo quedara en el puesto doce. Francia nos teletransportó momentáneamente a una discoteca de África. Un ritmo con mucha fuerza, con mucha garra y con mucho movimiento. Todo el Telenor Arena estuvo vitoreando, saltando y aplaudiendo la propuesta francesa. El espectáculo de la noche, Francia tuvo todo lo necesario para ganar Eurovisión. Todos en casa coincidimos en que, salvando la voz y afinación de Jessy –que al final optó por animar y gritar-, la actuación fue impecable y digna de ganar cualquier premio que se le pusiera por delante. Como dije, el fin de semana que viene ya estará sonando en todas las discotecas. Yo me alegro. En mi casa era La Gran Favorita, seguida de Rumanía, Noruega y Grecia.
Rumanía salió después del show montado por Francia. No era nada fácil, francamente. Quiero matizar que por mucho que se sepa su propia letra, Ovi en la primera frase de la canción pronuncia “say” en lugar de “see”, lo cual convierte el sentido de la frase siguiente y también la de ella. Extraño. Sigamos. El dúo rumano cantó con fuerza y ella bordó cada uno de sus agudos. Todos en casa fliparon. Y yo me lo pasé en grande. Lo siento, Adrianos, pero fue otro de los temazos de la noche. Si hubo un país de los cinco primeros clasificados que se mereciera su puesto, ése fue Rumanía. Aprovecho para mandar un beso a Amalia. Muajaja. Chapó. En serio. Esta mañana yo ya la he vuelto a escuchar cuatro veces… ¿Quién se puede resistir al fuego?
Rusia, la pobre, se quedó muerta del asco ante todo lo que había ocurrido antes. Aún y con su décimo primer puesto, la canción rusa se quedó como ella misma se titula, “perdida y olvidada”. Nadie se acordará de ella dentro de una semana. Espero que para el próximo año acierten algo más y, al menos, lleven una polaroid.
Eva Rivas salió la siguiente para representar a Armenia. Su “Hueso de Albaricoque” impactó a mis amigas, y sus pechos lo hicieron con mis amigos. Ay señor. Armenia se sacó todo el partido posible. Y pese a ello, fue golpeada con una séptima posición. Yo la habría puesto más arriba, pese a los berridos del final de la canción que metió Eva. Tuve que explicar el sentido de la canción y la puesta en escena, absolutamente digna de un musical. Mañana hablaré más de Armenia porque voy a hacer el último post eurovisivo del ciclo con mis propios premios y precisamente Armenia tiene varios. Uno de los mejores países eurovisivos, como ya dije, se lució en el escenario con una canción preciosa y una puesta dulce, muy dulce. Nos encantó.
Y Alemania ocupó la 22º posición. Lena salió al escenario como la protagonista de la mítica Bar Coyote. Tímida, reservada y con algo de miedo escénico, se movía con pasos descafeinados y sin sentido mientras cantaba con una nula interpretación un tema de desamor que ha encajado a la perfección en casi toda Europa. Por lo visto, anoche ganó el despecho. Si en algo coincidimos los cinco en mi casa era en que Alemania no nos gustaba. Una canción muy ochentera, que bien sirve para cantarla en un momento de enfado, para gritarla en el coche en una escapada de amigos, pero no para Eurovisión. Paradojas de la vida, anoche volvimos a los 80 con la victoria de Alemania, que ya suma dos en sus 54 años de historia.
Portugal salió tras la vencedora. Aunque ella no lo sabía. Nuestros vecinos llevan años pasando a la Final pero quedándose entre los puestos mediocres y los pobres. Filipa lo hizo impecable. Si hubo un directo muy bueno anoche fue el de Portugal. Sin embargo, la actuación, o al menos a mí me lo pareció, quedó algo pobre entre las dos anteriores y las dos siguientes.
Mi futuro marido, Harel Skaat, fue el penúltimo en actuar, representando a Israel. Una actuación soberbia, como siempre que la ha interpretado. Y una interpretación perfecta. Harel sentía –o disimulaba muy bien- cada una de las palabras que cantaba en hebreo. Con un dominio total de las cámaras por parte de Harel, la actuación fue ganando conforme avanzaba el tiempo hasta que uno de sus últimos agudos quiso irse del escenario. El gallo fue descomunal y lo sepultó. Además, era el momento preciso en el que la música estaba más baja. Sin duda, la gente en los resúmenes debía pensar: oh-dios-mío. Aunque se volvió a crecer con su último agudo, su cara final lo delataba. Sabía que había perdido toda posibilidad de ganar. Y Uribarri volvía a liarla diciendo que Israel estaría entre los primeros.
El grupo lo cerraba, hasta el espontáneo, Dinamarca. La pareja, que acabó la actuación con un beso, resultó algo cansina, francamente. La canción me ha ido dejando de gustar conforme la he escuchado más veces. La puesta en escena era excesivamente artificial y el azul marino combinado con negro mató a mi amiga Ana. Muajaja. De la actuación danesa se recordará el “wanano-wanano-wanano” que nos cansamos de imitar el resto de la noche conforme le daban puntos.
Y en el puesto 26, aunque seguía apareciendo un 02 en la pantalla, repitió España. La actuación fue mucho mejor que en la primera ocasión, ya sin tanto nervio, o eso suponemos, pero con una presión absoluta. ¿Los otros países verían bien que se repitiese la actuación en último lugar? ¿Empatizaría Europa con el sentimiento colectivo que teníamos en España? Yo, insisto, habría parado la actuación. Aunque las tablas de los españoles demostraron que tampoco hacía falta. El Telenor, al menos, nos aplaudió con cariño. Insólito.
Una vez cerrados los teléfonos, empezaba el desfile de votos. El terrible desfile de votos. El increíb… vale, ya paro. Había nada menos que 25 países en la Final. No me hubiera importado que ganaran unos cuantos. Pero precisamente el TOP-5 final ni se parecía a ninguno de los que me planteé. De los que nos planteamos.
La tabla quedó finalmente así:
Del 25º al 16º: Reino Unido, Bielorrusia, Irlanda, Moldavia, Chipre, Noruega, Islandia, Portugal, Bosnia & Herzegovina y Albania. Efectivamente, la mayoría de países changos y Albania, que se quedó algo coja en la Final. Me sorprendió muchísimo que ahí se quedara Portugal pero no logro entender el batacazo de Noruega e Islandia. Para mí dos claros vencedores.
Del 15º al 11º: España, Israel, Serbia, Francia y Rusia. Hubiera cambiado a Rusia por Portugal. La posición española y la serbia aceptables. La francesa era de esperar. Israel se hundió sola.
Del 10º al 6º: Ucrania, Georgia, Grecia, Armenia y Bélgica. Cambiaría a Bélgica por Francia. En realidad cambiaba a estos cinco por los cinco primeros y me quedaba muy ancho. En fin.
En quinto puesto quedó Azerbaiyán, para mí desgracia. En cuarto Dinamarca, sin merecérselo. En tercero Rumanía, que este año podría haber ganado tranquilamente. Segundo puesto fue para Turquía, algo que no termino de entender y finalmente ganó Lena, la cantante de Alemania.
Veo al ganador una y otra vez buscando qué pudo ser lo que triunfara. No lo encuentro. Como tampoco caigo en lo desacertados que estuvimos todos. Yo me equivoqué de principio a fin (Aposté ciegamente por un puesto 14, un 19 y un 8). La prensa se equivocó masivamente (también daban victorioso al cantante de Israel). Uribarri debió fumarse algo mientras hacía la transmisión, porque continuamente quería que los países dieran los 10 y 12 puntos a los que ya se les habían dado 3, 4 o 5 y finalmente se equivocó el público en general.
125 millones de personas vieron cómo después de ganar, la cantante alemana –que según se dijo, estuvo cenando con el ganador del año pasado- salió al escenario medio anonadada medio fumada perdida. No estaba en su sitio. Interpretó el tema lo peor que pudo y todos nos quedamos con un sabor amargo en la boca. Así que, para no ser yo el que lo dijera, tras el Festival, nos pusimos a ver Alicia en el País de las Maravillas. ¿Alemania? ¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!
Nos vemos mañana con mis premios individuales y a partir de ahí, regresa el Odio al blog, aunque hoy ya ha nacido un poquito. Hasta el año que viene.
Roberto S Caudet