Cada día son miles los litros de tinta que recorren todo el mundo a través de cientos de pistolas que
marcan nuestros cuerpos para siempre, convertidos en lienzos únicos e
inimitables. Son tatuajes entre amigos, compartidos con la pareja, que
recuerdan a alguien, que homenajean algo o que, sencillamente, decoran nuestro
físico. Todos requieren de una gran
técnica y precisión, y también de ir rellenándolos conforme pasa el tiempo,
porque van borrándose muy poco a poco. Eso sí, el negro o azul ya no se estila.
Y el color también es lo de menos. Ahora, la nueva moda, es tatuarse en 3D. Sí,
tatuajes con relieve.
Mathew Whelan es el hombre más tatuado de Gran
Bretaña y ha decidido dar un paso más allá, para seguir en su camino de estar a
la última. Este hombre, que tiene el 80 % de su cuerpo con algún toque de
color, ha decidido poner sus mejillas y parte de su frente en relieve. La
técnica es tan dolorosa como inusual: el tatuador emplea la herramienta que
utiliza un dentista para perforar un diente y/o extraer una caries y
también la que emplean los cirujanos para quemar células cancerosas.
La piel, naturalmente, comenzará a
sangrar al abrirse y, antes de que cicatrice, se rellena con tinta, para que
este color se inflame ligeramente con nuestro cuerpo y nos dé ese “genial”
toque en tres dimensiones. La técnica es verdaderamente dolorosa (claro
que, el umbral del dolor es diferente para cada persona) y el proceso implica
sangrar un poco, por lo que el cuidado
es todavía más difícil y delicado que el de un tatuaje habitual, ya que hay
riesgo absoluto de infección.
Mathew Whelan, o como él se hace
llamar, “Su Majestad, el Rey del Body Art en la Tierra”, no piensa en
peligros ni infecciones y ya se tatuó un ojo -su izquierdo- en negro, y ahora
se ha lanzado al mundo del 3D, para ganar en originalidad e imponer una moda a
todos los amantes de la tinta permanente. A sus 33 años, se le ocurrió que este
objeto de odontólogos, similar a una pluma, que emplea corrientes eléctricas
y que quema la carne, sería el modo ideal para hacerse algunos retoques. Dicho
y hecho.
El resultado es escalofriante y,
desde luego, no deja a nadie indiferente. Parecen cicatrices, una especie de
branquias o, incluso, una simulación de la gena pero en modo indestructible.
Habrá quien piense que es una aberración, que es innecesariamente doloroso o
antiestético. Los hay que ya consideran la nueva técnica la más
ideal del mercado. ¿En qué grupo estás tú?
¡FELIZ DÍA DEL ODIO A TODOS!